¿Acaso esa misma medida se puede aplicar a una profesora
universitaria y a una rondera de Bambamarca?, ¿todas las mujere (peruanas) somos
iguales?, ¿no se soslaya la diferencias rotundas de clase, étnicas,
educativas e ideológicas pretendiendo una medida regular para la
liberación de todas? ¿Se puede ser feminista y creyente?, ¿se puede leer
la Biblia y estar a favor de la despenalización del aborto?, ¿se puede
ser gay y misógino?, ¿se puede ser obrero y fujimorista?, ¿se puede ser
madre y machista?, ¿se puede ser monja y luchar por los derechos de las
mujeres?, ¿se puede ser cura y radical?, ¿en medio de todos los pesares y
todos los desastres se puede seguir leyendo poesía?
Las identidades monolíticas no permiten atisbar la realidad en toda
su complejidad y cierran el entendimiento humano a una serie de
categorías que endurecen cualquier mirada. La apertura consiste en poner
la otra mejilla y, en esa acción radical, terminar con la retahíla
oprobiosa de pasos hacia la confusión. No sé si eso será político o no.
Yo no soy política. Yo no soy esa que tú te imaginas. Me considero
feminista, cristiana, escritora y defiendo lo que creo con palabras y
argumentos. Tengo humor y a veces mal humor. Pero como cristiana sé que
el infierno puede ser una misma y que el cielo son dos. Leer más
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