Foto extraída del Internet |
Cada 15 de agosto, nosotras como Religiosas celebramos nuestra consagración a Dios. Y de hecho, en varios espacios eclesiales se fomentan actividades donde nos congregan. Reflexionamos sobre nuestro ser y quehacer en el mundo.
El 2007 no fue la excepción. Estábamos reunidas aquel 15 de agosto en una Conferencia Ecuménica en Lima (Perú). Eramos muchísimas(os) y el tema que nos convocaba nos llevaba a sumar esfuerzos por el bien de la humanidad.
Pero fue minutos antes de las siete de la noche que nos movilizamos velozmente. La tierra temblaba. Ocurría uno de los terremotos más violentos en el Perú en los últimos años. Su magnitud alcanzó el 8.0 según la escala Richter y su epicentro fue Pisco.
Inmediatamente pensamos y oramos por las familias del epicentro sísmico. Nos pusimos en camino para escuchar a nuestros familiares y comunidades religiosas e iniciamos a organizarnos para ir a las zonas más afectadas: Pisco y Chincha.
Sí, como Hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado nos sumamos al esfuerzo de la Vida Consagrada en Perú; y junto a un equipo de Religiosas y profesionales de la salud física y mental salimos al encuentro. En total fuimos diez.
Desde el camino rumbo a Pisco no dejaba de sorprenderme. Llegar ahí fue un reto y una gran bendición. El dolor de la tierra, de la gente... las historias derrumbadas y esos grandes -diría enormes- gestos de solidaridad de voluntarias(os) y pobladores me hablaron de vida.
Sus rostros, las familias, esos(as) voluntarios(as) y ese espíritu de entrega humanitaria durante esos desafiantes días sellaron con esperanza mi vida religiosa. Ya no sólo era éramos diez, fuimos cientos.
Hoy, a través de estas líneas les recuerdo. Hago una oración por cada una y uno de ellos que estuvieron, que están y estarían dispuestas(os) a dar su vida por ayudar a otras y otros. Gracias infinitas amigas y amigos. Gracias por dar testimonio que es posible sumar esfuerzos por el bien común.
Ya han pasado ocho años, aún existen tareas pendientes. Aún hay familias que esperan nuestra solidaridad. Porque hay cosas que no debemos dejar de hacer. Sigamos asumiendo el riesgo de construir esperanza.
Hoy, a través de estas líneas les recuerdo. Hago una oración por cada una y uno de ellos que estuvieron, que están y estarían dispuestas(os) a dar su vida por ayudar a otras y otros. Gracias infinitas amigas y amigos. Gracias por dar testimonio que es posible sumar esfuerzos por el bien común.
Ya han pasado ocho años, aún existen tareas pendientes. Aún hay familias que esperan nuestra solidaridad. Porque hay cosas que no debemos dejar de hacer. Sigamos asumiendo el riesgo de construir esperanza.
Nota. El sismo dejó 513 muertos, casi 2,291 heridos, 76,000 viviendas totalmente destruidas e inhabitables y 431 mil personas resultaron afectadas.
Aquí la historia de Gerson, un sobreviviente. http://bit.do/bbqSE
No comments:
Post a Comment