Wednesday, May 6, 2020

Desplazamiento interno

Hna. Mirella Neira CCVI en el peaje de Vesique (Chimbote) compartiendo
un refrigerio a los retornantes en el largo camino a sus destinos.
Las personas migran para llegar a sus ciudades a través de largas caminatas.  Y es que la pérdida de empleos en las ciudades y el miedo del COVID-19 viene empujando a peruanos y peruanas a volver a las zonas rurales, ellas y ellos son nombrados como 'los retornantes'. De hecho de acuerdo a la publicación del New York Times, aproximadamente son 167.000 peruanos en áreas urbanas que se inscribieron en padrones de sus gobiernos locales para regresar con sus familias en el campo.

Así, miles de personas retornan a pie a sus pueblos por hambre y falta de trabajo. “Ya no tenemos qué comer, por eso regresamos a nuestros pueblos, donde algo tendremos. Caminando nos iremos, no tenemos de otra”, dice un hombre sentado junto a sus tres pequeños hijos que duermen abajo de un puente de la autopista. Era vendedor ambulante y ahora con la cuarentena se quedó sin los pocos ingresos con los que apenas sobrevivía. “Ya no aguantamos más, no tenemos nada ya, estamos viviendo en las calles, ya no tenemos para comer”, grita una mujer cuando se le acerca la cámara de un noticiero. Ellos forman parte de este éxodo del hambre.

También están quienes viajaron a las ciudades desde el campo por algún trámite, un tratamiento médico o para un trabajo temporal de unos meses, y quedaron atrapados por la inmovilización social. Los caminantes están en las carreteras. Otros están en las calles de la ciudad, frente a estaciones de buses esperando que salga ese bus humanitario que las autoridades les han ofrecido, pero que no llega. Los que se cansan de esperar se suman a los caminantes que huyen de las ciudades para no morir de hambre en tiempos de cuarentena. Pero este caminar está cobrando víctimas, como aquella familia que fue atropellada cuando caminaban de Lima a Chimbote.

Ante esta crisis, la Comisión de Justicia Social viene entregando bolsas con refrigerios a los migrantes que pasen por Chimbote (Perú). Los víveres que son entregados, es el esfuerzo común de diferentes Congregaciones Religiosas, Sacerdotes y amistades. Lo que se entrega es una bolsa con agua, conservas de atún, galletas, frutas y caramelos. “Sabemos que es una ayuda básica para paliar el hambre durante la caminata”, declaró Víctor Mendoza Barrantes, director de la Comisión de Justicia Social, una organización de la Diócesis de Chimbote que promueve la defensa de los derechos humanos.



El magisterio de la Iglesia católica ha examinado la difícil situación de los desplazados internos, y ha elaborado estas reflexiones e instrucciones que conciernen a su atención pastoral. Las Orientaciones Pastorales sobre Desplazados Internos (OPDI) se centran exclusivamente en los desplazados internos, destacando algunos de los nuevos retos que plantean al actual escenario mundial. Les invitamos a leerlo. Puedes DESCARGARLO aquí: Orientaciones Pastorales



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Fuente: RSD Noticias/New York Times/Nodal
Fotografía: Comisión de Justicia Social


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