Monday, July 6, 2015

Congreso de Vida Consagrada

Al punto de las tres de las tarde del día 18 de junio, cerca de 25 mujeres y hombres de la Vida Consagrada agilazabamos nuestro pasos para dirgirnos hacia el taller denominado ‘Creer, luchar y esperar: horizonte teológico- eclesial de la Justicia, Paz e integridad de la Creación (JPIC)’. Taller que formó parte de los 42 talleres durante el Congreso de Vida Consagrada – CLAR  realizado en Bogotá los días 18, 19 y 20  de junio.
¿Cuáles son los clamores en este momento de nuestra historia? nos preguntábamos al inicio del Taller. Entonces nuestras palabras esbozaron los nombres de las personas y de los pueblos que acompañamos en Perú, Guatemala, El Salvador, México, Colombia, Bolivia, Nicaragua, Ecuador, Brasil, Honduras entre otros países de América Latina. Nuestra tierra grita y en los pobres nos encontrabamos con el rostro de Cristo que nos interpela para hacer realidad la justicia, la paz y el cuidado de su creación.
Así fue el primer encuentro, compartiendo el sufrimiento de nuestros pueblos con la unica certeza nuestro Dios amante de la vida nos impulsa a hacer caminos de perdón, reconciliación y reparación.

El segundo día compartiamos la llamada de Dios y su interpelación ¿estariamos dispuestas(os) a dar la vida?; fue entonces que entre jóvenes y mayores religiosas(os) nos remontamos a nuestro primer ‘Sí’. Sí, a aquel día donde pronunciamos nuestros votos que entre temores y certezas consagrabamos nuestras vidas al Reino del Dios de Jesús en el mundo que tanto ama.

El estar con las y los excluídos nos ha aportado a nuestra vida  religiosa y ahí, reconocemos que todo es portador de esperanza.  Dios se encarna en la realidad. En la mujer y el hombre que se arriesga con  sabiduría, inteligencia y audacia por la justicia, paz y el cuidado de la creación. Nuestra misión, la misma de Jesús, amar la vida y siempre estar donde la vida esta amenzada.

Finalmente, el tercer día culminamos afirmando y comprometiéndonos en
ofrecer una formación transformadora en valores evangélicos y que nuestras vidas sean realmente impulso para la construcción del Reino de Dios.


Que María, discipula y misionera, desde su ser mujer gestadora y protectora de la vida en todas sus expresiones, siga animándonos a decirle Sí al Señor ahí donde la vida clama.

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