La mañana de este 7 de
octubre ha comenzado la labor del Sínodo Especial para la Amazonía con un
momento de oración en el interior de la Basílica de San Pedro. Luego los
participantes se han dirigido en procesión hacia el aula Paulo VI donde tendrán
lugar las sesiones de trabajo.
La procesión fue acompañada
con cantos en lenguas de los pueblos originarios y en español, que invitan a
confiar y alabar a Dios y a caminar juntos. Entre los símbolos presentes estaba
una canoa, los remos, afiches con rostros de personas que ofrecieron sus vidas
por la defensa de los pueblos originarios y del territorio Amazónico.
Poco a poco los padres
sinodales fueron dejando la Basílica de San Pedro y caminando en dos filas se
dirigieron hacia el Aula Pablo VI. El Papa Francisco caminaba rodeado por
representantes de los pueblos originarios, obispos, religiosos y religiosas,
laicos y expertos. Los afiches y símbolos hacían presente el grito de la tierra
y de los pueblos y la realidad de la Amazonía y de América Latina en general.
Un ambiente de alegría y esperanza se hizo presente entre los asistentes.
Se puede
calificar como un momento histórico el hecho de que la Amazonía haya llegado a San Pedro. Si
ayer, en la Eucaristía de apertura, se impusieron las formas vaticanas, hoy ese
protocolo no ha podido, o no ha querido imponerse, tal vez porque desde el
primer momento todos se dieron cuenta de que se trataba de algo nuevo, diferente, amazónico, ni mejor, ni peor, simplemente diferente.
Una de las cosas
que se perciben claramente en el Papa Francisco es su estado de ánimo, se le
nota en cuanto se le ve, y en la oración matinal de este primer día de trabajos
sinodales se le ha visto como el perfecto anfitrión, contento porque llegaron aquellos a los que
esperaba. No
hizo falta que les dijese que se sintiesen en casa, todos se dieron cuenta de eso rápidamente, y
no dudaron en acercarse
a él, sacarse fotos, conversar abiertamente, besarle, e inclusive bendecirle, como hicieron diferentes representantes de
los pueblos originarios.
Esos son los
nuevos modos de Francisco, que poco a poco se han ido instalando en el Vaticano
desde el profundo respeto a los pueblos amazónicos, a quienes nos acercamos “en punta de pie,
respetando su historia, sus culturas, su estilo del buen vivir”, como decía en su discurso a los presentes en
el aula sinodal, “ajenos a colonizaciones ideológicas que destruyen o reducen
la idiosincrasia de los pueblos”, “sin el afán empresarial de hacerles
programas preconfeccionados de “disciplinar” a los pueblos amazónicos”, tentativas de “domesticar” a los
pueblos originarios, evitando el “centralismo “homogeneizante” y “homogeneizador”
(que) no dejó surgir la autenticidad de la cultura de los pueblos”, insistiendo
en que las “ideologías son un arma peligrosa, siempre tendemos a agarrar una
ideología para interpretar un pueblo”, pues “son reductivas, y nos llevan
a la exageración en nuestra pretensión de comprender intelectualmente, pero sin
aceptar, comprender sin admirar, comprender”.
En ese sentido,
una premisa fundamental es nuestra capacidad de admiración a los pueblos, no
verles como algo folclórico, exótico, algo que el Papa ha criticado al decir
que "ayer me dio mucha pena escuchar aquí dentro un comentario burlón,
sobre ese señor piadoso que llevó las ofrendas con plumas en la cabeza,
decime: ¿Qué
diferencia hay entre llevar plumas en la cabeza y el “tricornio” que usan
algunos oficiales de nuestros dicasterios?".
Por eso, no
podemos olvidar que la Iglesia debe llegar a la Amazonía, en palabras del propio
Francisco, “a contemplar, a comprender, a servir a los pueblos”. Para eso es el Sínodo, para caminar juntos,
“no en mesas redondas, no en conferencias o en discusiones ulteriores; lo
hacemos en sínodo, porque un sínodo no es un parlamento, no es un locutorio, no
es demostrar quién tiene más poder sobre lo medios y quién tiene más poder
entre las redes para imponer cualquier idea o cualquier plana”.
Esto puede ser
visto como una pauta a ser seguida por todos los que van a participar de la
asamblea durante las tres próximas semanas, pues como él mismo insistía, “el Espíritu Santo es el actor
principal del sínodo”, por lo que es imprescindible que “por favor, no lo
echemos de la sala”, insistiendo en que “hay que dejar que el Espíritu Santo se
exprese en esta Asamblea”, y que cada uno de los presentes en la asamblea se
pregunte “¿cuál
será nuestro trabajo aquí para asegurar que esta presencia del Espíritu Santo
sea fecunda?”. Para ello, el Papa pedía orar, reflexionar, dialogar,
escuchar con humildad, hablar con coraje, con parresia.
Fuente: Vatican News
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