"Muchas
veces se piensa que el desarrollo es tener calles, veredas, casas de
material noble, pero eso no se puede hacer en una comunidad. Nadie dice
que no debemos contar con servicios básicos, pero lo que queremos es que
esto se desarrolle paralelamente en el marco del respeto de nuestra
cultura, donde exista en la comunidad una tranquilidad, una paz, donde
todo sea armonía, una vida saludable, juntamente con el entorno
ambiental relacionado al bosque, a la naturaleza", comenta Teddy Sinacay Tomas.
Y es que en la
Municipalidad de Río Negro, ubicada en la provincia de Satipo, en la
céntrica región de Junín (Perú), es reconocida hoy como un modelo de gobierno
de Buen Vivir. Esta es una de las primeras experiencias de
institucionalización de la representación indígena en un gobierno local
que se ha convertido, además, en un modelo para muchas municipalidades
en el Perú. En el 2012 fue reconocida con el premio nacional de Buenas
Prácticas de Gestión Pública que otorga cada año la institución peruana
Ciudadanos al Día (CAD) por su trabajo de inclusión social. Río Negro
cuenta con una población promedio de 26,000 habitantes, de los cuales un
36% son indígenas del pueblo Asháninka, grupo nativo duramente azotado
por la violencia política que vivió el Perú entre 1980 y el 2000. Las
comunidades asháninkas pudieron sobreponerse al flagelo de la violencia
que agudizó la pobreza y exclusión, gracias a su única arma: la
organización.
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