Cuando "la desigualdad” ya parecía instalarse definitivamente en la
conciencia moral de la elite política del país como algo a combatir, vuelven a
aparecer voces que relativizan su importancia: "Acá nos hemos comprado que
la desigualdad es un mal, eso no es así. La pobreza sí lo es”, dice Jovino
Novoa en su nuevo libro.
La verdad es que la opción por disminuir la desigualdad es una opción
cuya fuerza va a depender de qué es lo que nos importa más como sociedad. En
ese sentido es una opción ética. Y su interés no debiera estar
restringido sólo para los llamados "igualitaristas”. Leer más
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