Thursday, January 19, 2017

¿Qué tan fuerte era su voz, que tuvieron que silenciarla?

Represión, amenazas, violencia, encarcelamiento y en algunos casos la muerte es el precio que han tenido que pagar muchos activistas sólo por oponerse a quienes se dedican a talar por negocio sus árboles.

Isidro Baldenegro López, prestigiado defensor rarámuri del territorio, ganador del Premio Goldman en 2005 y ex preso de conciencia, fue asesinado a balazos en Coloradas de la Virgen, Chihuahua, en el mismo día en que se anunció que los ejidatarios de Baqueachi recuperarían su territorio ancestral.

Las autoridades de Chihuahua negaron en un primer momento tener conocimiento del asesinato del emblemático defensor, quien en un acto de criminalización en 2003 fue detenido y acusado por narcotráfico y portación ilegal de armas. Tras ser nombrado preso de conciencia por Amnistía Internacional y liberado gracias a la presión de organizaciones de distintas partes del mundo, Isidro debió salir un tiempo de Coloradas de la Virgen por amenazas del crimen organizado vinculadas a su defensa de los bosques.
Isidro era hijo de otro líder rarámuri, don Julio, asesinado en 1986 por defender a su pueblo de los talamontes y los caciques de la zona.

Precisamente el pueblo rarámuri de Baqueachi ha conseguido esa misma semana que se ordene la ejecución de la sentencia firme e inacatable del Tribunal Unitario Agrario del Distrito número cinco, en la se reconoce a la comunidad como dueña legítima y verdadera del territorio. El reconocimiento de las tierras, dotadas a la comunidad hace 89 años, llega tras 32 sentencias que restituyen los derechos del pueblo rarámuri. En este caso, el abogado defensor Ernesto Rábago Martínez también fue asesinado, y la abogada Estela Ángeles Mondragón ha recibido amenazas durante el largo proceso de litigio.

En la sentencia de Baqueachi, dictada el 30 de octubre de 2015, se condena a Luis Armando Olivas Muñoz “a que desocupe y entregue en favor del ejido Baqueachi, municipio de Carichí, Chihuahua las superficies que detenta por encontrarse dentro de las tierras que pertenecen a la comunidad, toda vez que no tiene derecho a usufructuar tales terrenos cuya titularidad le corresponde a los Baquéachi”.

El pueblo rarámuri denuncia que los invasores llevan empobreciendo su tierra desde hace más de 80 años, puesto que su ganado ha ido acabando sus pastizales y su agua, por lo que se ha “fragilizado nuestra paz comunitaria”. En abril de 2005, recibió el Premio Goldman, el máximo galardón otorgado a defensores del medio ambiente y al recibir el premio, demandó al gobierno mexicano atender las demandas de los indígenas, en lugar de criminalizar y detener campesinos.

¿Lo escucharon? Hoy los árboles en la sierra, tienen un defensor menos. El movimiento ecologista del país tiene una lucha más que seguir, en memoria de Isidro.

Greenpeace y otras organizaciones lamentaron la violencia como forma de imponer los intereses de unos cuantos, y solicitaron a los impartidores de justicia a realizar su trabajo: 
- Encontrar a los responsables de la muerte de Isidro y aplicar la ley.
- A los responsables del cuidado y conservación del medio ambiente: salvaguardar los recursos naturales y no dejar nuevamente esta defensa en manos de hombres y mujeres valientes, pero solos y solas en su lucha contra la delincuencia organizada, los intereses corporativos y el poder. 


Y que si 'persiste la tala indiscriminada de los bosques en la sierra Tarahumara, si el territorio queda en manos de intereses depredadores, los asesinos de Isidro Baldenegro habrán ganado. El gobierno mexicano, las autoridades ambientales, deben poner el ojo en esta zona, garantizar su conservación y evitar represalias' indica el comunicado de Greenpeace.

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