Monday, January 16, 2017

El amor a los más pobres en el centro de todo pensamiento y toda la ciencia

La principal aportación de Zygmunt Bauman es muy profunda: poner el amor a los más pobres en el centro de todo el pensamiento y toda la ciencia. Ha sido uno de los más brillantes intelectuales de las últimas décadas y lo fue porque siempre pensó desde las víctimas de la Modernidad.

El comienzo del año 2017 es el final de la vida de Zygmunt Bauman, conocido como el Sociólogo del Mundo Líquido. Para él, nuestro tiempo se caracteriza por licuar las instituciones, nuestras relaciones y el sentido de lo que somos. Todo se hace líquido porque se debilitan los vínculos entre las partes y eso lo hace por un lado más flexible y fluido pero, por otra parte, más vulnerable. Para Bauman esta Modernidad Líquida era ambivalente y en cada uno de nosotros reside el poder para decantarla hacia el bien o el mal. Hay un tipo de liquidez social que liquida a la gente.

Bauman ha vivido una larga biografía, dedicada al trabajo intelectual porque creía que las ideas con capaces de mover el mundo. Vinculado inicialmente a la teoría Crítica, su experiencia de exilio como judío polaco marcó quizás su trabajo más importante. En su obra hay un libro crucial para entender su proyecto: Modernidad y Holocausto (1989).

En esa obra Bauman critica a las Ciencias Sociales en general y en especial a la Sociología porque no se ha pensado radicalmente desde los pobres y las víctimas de la Historia. Han querido imitar el paradigma de las Ciencias Físicas para hacerse con su poder. Se ha priorizado el Poder de las Ciencias Sociales antes que las Ciencias Sociales del No-poder.
Al analizar la relación entre Ciencias Sociales y Holocausto, Bauman es penetrantemente crítico. ¿Por qué es tan importante mirar las Ciencias Sociales desde el Holocausto? Él lo responde en ese libro:
“El Holocausto es un acontecimiento con el que se puede ver la condición e historia humana: “el Holocausto es una ventana, no un cuadro. Al mirar por esa ventana se vislumbran cosas que suelen ser invisibles, cosas de la mayor importancia, no sólo para los autores, las víctimas y los testigos del crimen, sino para todos los que estamos vivos hoy… Si nos negamos a asomarnos todos estaríamos en peligro” (p.X).
Lo más urgente no es qué tenemos que decir nosotros sobre el Holocausto sino ¿qué sigue diciendo el Holocausto sobre nosotros? Bauman sostuvo que el Holocausto no fue un accidente ni una catástrofe sino la consecuencia de un tipo de Modernidad. Y Bauman veía en la actual Cultura condiciones que nos podrían llevar a repetir tal desgracia.

Quizás a nuestro alrededor no veamos nada especialmente peligroso, pero hemos de tener en cuanto algo que escribió Bauman: “todos los ‘ingredientes’ del Holocausto, todas las cosas que hicieron que fuera posible, fueron normales” (p.10). “El Holocausto no resultó de un escape irracional de aquellos residuos todavía no erradicados de la barbarie premoderna. Fue un inquilino legítimo de la casa de la modernidad, un inquilino que no se habría sentido cómodo en ningún otro edificio” (p.23).

Aunque las Ciencias Sociales –Economía, Derecho, Sociología o Politología- minusvaloran o ni siquiera tienen en cuenta a la Teología, Bauman cree que aquellas pueden aprender mucho de ésta: “Cuando se compara con el trabajo realizado por los teólogos, la aportación de la sociología académica se parece más a un ejercicio colectivo de olvido y ceguera” (cita completa en p.13).

La clave de toda la propuesta de Bauman es que las Ciencias Sociales tienen que incluir la dimensión moral en el centro de su pensamiento. No están más allá del bien y del mal; nada lo está. Precisamente fue la “producción social de la indiferencia moral” lo que condujo al Holocausto. El principal logro de los nazis fue hacer irrelevante la compasión y la piedad (p.26).

Sin embargo, “expresiones como ‘la santidad de la vida humana’ o ‘los deberes morales’ suenan tan ajenas en un seminario de sociología como en los despachos asépticos y sin humo de una oficina burocrática.” (p.38).


Para Bauman las Ciencias Sociales dominantes han ignorado categorías cruciales como el mal, la santidad y las víctimas. Hay que refundar las Ciencias desde la ventana que el Holocausto o la Crucifixión abren para comprender la condición humana.

Por: Fernando Vidal
Original en Entre Culturas

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