La principal
aportación de Zygmunt Bauman es muy profunda: poner el amor a los más pobres en
el centro de todo el pensamiento y toda la ciencia. Ha sido uno de los más
brillantes intelectuales de las últimas décadas y lo fue porque siempre pensó desde las víctimas de la Modernidad.
El comienzo
del año 2017 es el final de la vida de Zygmunt Bauman, conocido como el Sociólogo del Mundo Líquido. Para él, nuestro
tiempo se caracteriza por licuar las instituciones,
nuestras relaciones y el sentido de lo que somos. Todo se hace líquido
porque se debilitan los vínculos entre las partes y eso lo hace por un lado más
flexible y fluido pero, por otra parte, más vulnerable. Para Bauman esta
Modernidad Líquida era ambivalente y en cada uno de nosotros reside el poder para
decantarla hacia el bien o el mal. Hay un tipo de
liquidez social que liquida a la gente.
Bauman ha
vivido una larga biografía, dedicada al trabajo intelectual porque creía que las ideas con capaces de mover el mundo. Vinculado
inicialmente a la teoría Crítica, su experiencia de exilio como judío polaco
marcó quizás su trabajo más importante. En su obra hay un libro crucial para
entender su proyecto: Modernidad y Holocausto (1989).
En esa obra
Bauman critica a las Ciencias Sociales en general y en especial a la Sociología
porque no se ha pensado radicalmente desde los pobres y las víctimas de la
Historia. Han querido imitar el paradigma de las Ciencias Físicas para hacerse
con su poder. Se ha priorizado el Poder de las
Ciencias Sociales antes que las Ciencias Sociales del No-poder.
Al analizar la
relación entre Ciencias Sociales y Holocausto, Bauman es penetrantemente
crítico. ¿Por qué es tan importante mirar las Ciencias Sociales desde el
Holocausto? Él lo responde en ese libro:
“El Holocausto
es un acontecimiento con el que se puede ver la condición e historia humana: “el Holocausto es una ventana, no un cuadro. Al
mirar por esa ventana se vislumbran cosas que suelen ser invisibles, cosas de
la mayor importancia, no sólo para los autores, las víctimas y los testigos del
crimen, sino para todos los que estamos vivos hoy… Si
nos negamos a asomarnos todos estaríamos en peligro” (p.X).
Lo más urgente
no es qué tenemos que decir nosotros sobre el Holocausto sino ¿qué sigue diciendo el Holocausto sobre nosotros?
Bauman sostuvo que el Holocausto no fue un accidente ni una catástrofe sino la
consecuencia de un tipo de Modernidad. Y Bauman veía en la actual Cultura
condiciones que nos podrían llevar a repetir tal desgracia.
Quizás a
nuestro alrededor no veamos nada especialmente peligroso, pero hemos de tener
en cuanto algo que escribió Bauman: “todos los ‘ingredientes’ del Holocausto, todas
las cosas que hicieron que fuera posible, fueron normales” (p.10). “El
Holocausto no resultó de un escape irracional de aquellos residuos todavía no
erradicados de la barbarie premoderna. Fue un inquilino legítimo de la casa de
la modernidad, un inquilino que no se habría sentido cómodo en ningún otro
edificio” (p.23).
Aunque las
Ciencias Sociales –Economía, Derecho, Sociología o Politología- minusvaloran o
ni siquiera tienen en cuenta a la Teología, Bauman cree que aquellas pueden
aprender mucho de ésta: “Cuando se compara con el
trabajo realizado por los teólogos, la aportación de la sociología
académica se parece más a un ejercicio colectivo de olvido y ceguera” (cita
completa en p.13).
La clave de
toda la propuesta de Bauman es que las Ciencias
Sociales tienen que incluir la dimensión moral en el centro de su pensamiento.
No están más allá del bien y del mal; nada lo está. Precisamente fue la
“producción social de la indiferencia moral” lo que condujo al Holocausto. El principal logro de los nazis fue hacer irrelevante la
compasión y la piedad (p.26).
Sin embargo, “expresiones como ‘la santidad de la vida humana’ o ‘los
deberes morales’ suenan tan ajenas en un seminario de sociología como en
los despachos asépticos y sin humo de una oficina burocrática.” (p.38).
Para Bauman las Ciencias Sociales dominantes han ignorado categorías
cruciales como el mal, la santidad y las víctimas. Hay que refundar las
Ciencias desde la ventana que el Holocausto o la Crucifixión abren para
comprender la condición humana.
Por: Fernando Vidal
Original en Entre Culturas
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