Cada 10 de octubre es un día especial en el
calendario de los derechos humanos, pues es el día mundial contra la pena de
muerte: una oportunidad para llamar la atención sobre la pena capital,
considerada como la negación más extrema de los derechos humanos.
Nuestra Congregación el 8 de junio de 1998 publicó nuestra
oposición a la pena de muerte en todos los casos y en todas las circunstancias.
Nuestro compromiso
congregacional de promover la dignidad humana nos obliga a denunciar la pena de
muerte. Creemos que la pena capital es inconsistente con la creencia cristiana
de lo sagrado de la vida humana.
La pena de muerte
es violencia condonada por el estado que contribuye al clima de violencia y no
es un impedimento efectivo al crimen.
Esta postura
corporativa contra la pena de muerte atestigua la misión de la congregación. y
nos permite sumar nuestra voz a la de otros grupos religiosos de todas las
denominaciones que han expresado su oposición pública a la pena de muerte.
Cabe mencionar que el Papa Francisco ha autorizado una
modificación en el Catecismo de la Iglesia católica en lo concerniente a la
pena de muerte y ya lo había anunciado durante el encuentro de octubre de 2017
que conmemoraba los 25 años del último Catecismo. “Por muy grave que sea el delito
cometido, la pena de muerte es inadmisible porque atenta contra la
inviolabilidad y la dignidad de la persona”.
La nueva redacción incluye esta petición del Papa y
asegura que, a partir de ahora, la Iglesia “se compromete con determinación a
la abolición de la pena de muerte en
todo el mundo”.
Seguiremos orando y actuando contra la Pena de Muerte
porque matar no es la solución para reducir ningún delito.
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