Nuestra hermana Bernadette Azuela (1931-2008) creía en la justicia social y vivió de acuerdo a eso. Cuando escuchamos su nombre -viene a nuestra mente y corazón- su creatividad, su profetismo entre pobres y su cuidado cariñoso por la creación de Dios.
A través de estas líneas, nuestra Hermana Ivonne Ramirez comparte algunas de sus anécdotas junto a Bernadette; esas que hoy siguen inspirando nuestras decisiones y acciones.
Bernadette Azuela.
Para mí, Bernadette fue una hermana que se involucraba a
fondo en lo que estuviera haciendo. Si escuchaba algo interesante en la radio llamaba para felicitar a quien lo hubiera dicho, del mismo modo se pronunciaba
cuando no estaba de acuerdo con algo o le parecía una injusticia.
De ese modo llegó a San Andrés Tuxtla y
empezó a tomar contacto con la gente, invitó a algunas personas a visitar con
ella el Centro de Rehabilitación Social (CERESO) y se fue involucrando cada vez
más con la pastoral penitenciaria.
Más adelante se interesó mucho en las
personas migrantes particularmente las de El Salvador en Centroamérica que
llegaban a México huyendo de la guerra. Consiguió una casa en Chapantongo
Hidalgo para darles hospedaje y que pudieran obtener un trabajo en los
alrededores, pero los salvadoreños querían volver a su tierra y preferían
mantenerse en la capital donde estaban mejor informados y relacionados.
Bernadette entonces decidió dedicar esa
casa a promover la ecología y a buscar alternativas económicas que pudieran
beneficiar económicamente a la población. Su famosa pomada contra el dolor
hecha de varias hierbas medicinales tuvo mucho éxito porque era muy efectiva
no solamente para los dolores reumáticos
sino para muchas otras dolencias.
Vio la necesidad de acompañar a su mamá en
sus últimos años pero siempre encontró tiempo para participar muy activamente
en Comisiones y actividades Congregacionales, al mismo tiempo que daba seguimiento
a la casa de Chapantongo. Un espacio por
el que han pasado muchas comunidades y misioner@s laic@s.
Cuando falleció su mamá se dedicó por
completo a la Comunidad de Chapantongo en la que dejó una profunda huella y a
una participación muy activa en la Pastoral Social de la Diócesis.
Bernadette tuvo muchas enfermedades
difíciles pero nunca se dejó vencer por ellas, buena parte de su curación la
encontraba en sus “recetas naturistas” y sobre todo en su actitud bondadosa y
perseverante. Su muerte repentina conmovió a la población entera.
Bernadette murió como había vivido, siempre
trabajando a favor de la gente y con un compromiso especial por la justicia y
dignidad de las personas con menos oportunidades.
Escribe: Hna. Ivonne Ramirez, CCVI
FUE UN HONOR PARA MI CONOCER A SOR BERNADETTE. PUSO LA OBRA DE LA VIDA DE CLAUDIO MARIA DUBOIS. LES RECUERDO CON GRAN CARIÑO, TAMBIEN A SOR IVONNE.
ReplyDeleteALABADO SEA EL VERBO ENCARNADO. ELIA PORTUGAL