(Por: Gloria Muñoz). Todos los días cientos de migrantes quedan a merced de la delincuencia organizada y de los policías ue los extorsionan en la estación del tren de Lechería, en el municipio de Tultitlán, lugar donde el pasado 9 de julio cerró sus puertas la Casa del Migrante que los acogió durante tres años, ofreciéndoles un lugar para dormir y algo de comer y, sobre todo, un refugio en su peligroso recorrido a Estados Unidos.
Los migrantes, en su mayoría centroamericanos, aunque también hay muchos mexicanos, llegan a este lugar del norte de la ciudad de México pensando que lo más peligroso del trayecto ha pasado. Recorrieron ya Chiapas, Oaxaca y Veracruz y pasaron asaltos, hambre, extorsiones, frío y lluvias. Pero están a menos de la mitad del camino. Llevan mil kilómetros apenas desde la frontera sur de México, por lo que tendrán que recorrer más de mil kilómetros para llegar a la primera frontera con Estados Unidos. Y ahí empezar otro viacrucis hasta llegar a su destino.
En la inhóspita estación de Lechería el sueño se ve lejano. LEER MÁS.
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