Mi
nombre es Sister Guadalupe Ruiz CCVI, vivo en California, Missouri, un pequeño
poblado de 4,268 habitantes. Mi ministerio lo realizo tanto en la Parroquia de
la Anunciación de California, como con El
Puente que es una organización de la Congregación que se localiza en la
Capital del Estado en Jefferson City, MO.
Inicié
mi ministerio, ya que no es un trabajo, pues la Misión es lo que me mueve a
realizarlo, desde Octubre de 2010, tengo por tanto siete años. Estoy al servicio de la Comunidad Hispana,
que en su mayoría son de México de los Estados de Michoacán y Guanajuato,
provienen de pequeños ranchos, unas cuantas familias son de Centro América,
migraron hacia los Estados Unidos en busca de trabajo y mejores oportunidades
para sus familias.
La
necesidad más grande que presentan se debe a la falta del idioma de parte de la
generación de los mayores y mi ayuda es
en interpretar cuando los lleve a citas médicas, hospitales, licenciados, a la
corte u oficinas de migración.
En
la parroquia, lo más urgente es preparar líderes, para que la comunidad crezca
y poco a poco sea autosuficiente, es un proceso lento y largo, pues la falta de
preparación académica en la mayoría del pueblo es muy escasa, sin embargo la
fe, heredada de sus mayores, es el gran
valor que trajeron con ellos.
El
gran reto que tiene California, es para la nueva generación, pues al haber
nacido ya en este país, y asistido a la escuela desde Kinder, hace que dominen
el Inglés, aunque desgraciadamente el español no lo hablan de la misma manera,
ya que las niñas, niños, jóvenes, hablan entre ellos la mayoría de las veces en
Inglés. Son la generación que les llamamos los “ninis” porque no son “ni de
aquí, ni de allá”, es decir no tienen las raíces profundas que sus padres
trajeron, pero al mismo tiempo no son anglos. El desafío grande es que
encuentren su identidad como hispanos nacidos en Estados Unidos.
El
convivir diariamente con estas personas sencillas, me ayuda a recordar las
palabras de Jesús, “… lo que hiciste por uno de estos pequeños, por Mí lo
hiciste…”
Entre
las experiencias más fuertes vividas en estos años, ha sido el acompañar a
algunas personas en sus procesos legales, estando con ellos en juicios, aún
visitándolos en la cárcel. Verlos privados de su libertad y con una próxima
deportación, es verdaderamente doloroso, y al mismo tiempo aprender que por
errores cometidos, tienen sentencias que los separarán de sus familias, casi de
por vida. La juez que he tenido oportunidad de conocer, es una persona muy
humana, cercana, pero tiene que llevar a cabo su cometido de justicia, sin
embargo, ver que respeta la dignidad de las personas, me hace vivir la Misión
de la Congregación.
En
estos momentos de incertidumbre por las nuevas leyes, los hispanos me dan
ejemplo de esperanza y fe en Dios, ya que su confianza en la Providencia que no
los abandonará es muy grande, una señora me comento: ‘si Dios quiere que me
quede, me quedaré, y si su voluntad es que me manden a México, me iré, pero
será lo que Dios quiera’.
Doy
gracias a Sister Marinela Flores que me invitó a que viniera a este pueblo pequeñito a servir a nuestros hermanos y
hermanas migrantes, es una oportunidad, un gran reto y una forma muy sencilla
de hacer presente el Amor Salvador y Misericordioso del Verbo Encarnado.
Escribe: Sister Guadalupe Ruiz CCVI
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