Wednesday, February 3, 2016

Mujeres en tránsito por México

La ruta migratoria, sórdida, traicionera, implacable, marca como fierro candente los cuerpos y deja cicatrices en las almas de las mujeres en tránsito por México. Tritura sueños. Tortura cuerpos: los somete, los tritura, los penetra a la fuerza. Deshija, separa, desteta. Esa geografía del horror obliga a utilizar nuevas conjugaciones, a buscar palabras y adecuar definiciones que reflejen esos nuevos referentes que vivimos, lo que no es humano.

Texto: Marcela Turati (http://enelcamino.periodistasdeapie.org.mx)
“Deshijar” es un verbo que se aplica para animales. “Deshijar”: Apartar las crías de sus madres. Esa es la tragedia de Heiddy Areli a quien el gobierno de Estados Unidos deportó a Honduras cuando encontró que no tenía papeles que le permitieran caminar por sus calles, respirar de su mismo aire, compartir oportunidades que su país le niega. La separaron de su hija: “Isabella Milagros”, la bebé de dos meses de la que fue separada, la que lleva tatuada en la piel y le hace crecer ese terco deseo que la imanta hacia el norte, hacia ella, su bebé, ahora convirtiéndose en niña, que ya no puede tomar leche materna. Que come papillas artificiales.
Las políticas migratorias estadounidenses y mexicanas separan a madre e hija. Heiddy pagó con tres meses de encierro sus ganas de trabajar, juntar dinero, hacerse de una casa. Luego no hubo súplica que valiera: fue expulsa hasta su país. Ha sido detenida en México, otra vez expulsada, asaltada, hasta quedar varada en un albergue en espera de una visa.

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