“Esperar
cosas que no vemos, con paciencia las debemos esperar” (Rom. 8:24) fue la
expresión motivadora luego de participar en el Encuentro Nacional Amazonía:
reto a la evangelización, organizado por el Instituto Bartolomé de las Casas,
en Lima, el 12 y 13 de febrero de este año; y más, José Manuyama, laico de Iquitos (Perú) quien en su
presentación testimonial utiliza la expresión Agonía que, en entre las
acepciones precisadas por la Real Academia de la Lengua Española, es un ansia o
deseo vehemente y lucha, contienda. El deseo vehemente y la lucha por salvar su
entorno es una constante de los Pueblos Indígenas amazónicos.
El Encuentro
contó con una rica introducción sobre el tema a cargo de la politóloga Rosa
Alayza, luego el P. Pedro Hughes
compartió sobre El Sínodo de la Iglesia Amazónica: desde la periferia, aportes
teológicos, y testimonios de quienes viven y comparten su vida en la Amazonía
como el laico mencionado, la Hermana Ester Rojas de Madre de Dios y el P. Percy
Pinedo de Yurimaguas. Fue muy
enriquecedor compartir los trabajos en grupo entre todos los participantes.
Para
considerar la agonía de la Panamazonía señalamos que su Cuenca abarca una superficie en el planeta del 6% y
el 57% de la totalidad de los territorios de nueve países de Latinoamérica
(Brasil, Colombia, Perú, Bolivia, Venezuela, Ecuador, Guyana, Surinam y Guyana
Francesa).
Aproximadamente 400 pueblos indígenas lo tienen como su territorio
ancestral. Y sus culturas manifiestan cosmovisiones y conocimientos a lo largo
de siglos de convivencia en equilibrio con la naturaleza, que han permitido
preservar la Panamazonía contribuyendo así a la vida del planeta. Además, es la cuenca hidrográfica más grande
del mundo y sus ríos representan el 20% de las aguas fluviales del planeta.
Está conformada por bosques tropicales que son grandes reguladores del clima,
captadores y almacenadores de dióxido de carbono, los cuales representan un
gran reservorio de biodiversidad.
La gran
riqueza de la cuenca ha sido – históricamente- vista solo como espacio de
explotación económica y, en la actualidad, la gravedad de su estado es
promovida por el extractivismo neoliberal generando consecuencias de
degradación ambiental con el correlato de degradación social (trata de
personas, tráfico ilegal de drogas, minería ilegal, entre otras.)
Por ello, la
gran importancia de prepararnos para el Sínodo PanAmazónico que no es un tema
exclusivo para los habitantes de la Amazonía sino para toda la humanidad.
Que en nuestra actitud de creyentes
tengamos presente el desafío común de cómo anunciar la Buena Noticia del Reino
en una situación de explotación y también de compromiso por la vida, según
manifestó la teóloga Glafira Jiménez, al comunicar las conclusiones del
Encuentro.
Para
finalizar y como producto del Encuentro Nacional, la delegación de Chimbote
(puerto pesquero de la costa norte del Perú) nos comprometimos a articular
nuestros esfuerzos, informar y sensibilizar sobre la problemática amazónica que
se encuentra en agonía. Se necesita con
urgencia el compromiso moral y espiritual del mundo entero para hacer posible
la vida de nuestro planeta.
Que las
palabras del Papa Francisco nos sigan animando: “El futuro de la humanidad no
está únicamente en manos de los grandes dirigentes, las grandes potencias y las
élites. Está fundamentalmente en manos de los Pueblos”.
Escribe
Victor Mendoza Barrantes.
Miembro del
Comité Internacional de Justicia, Paz e Integridad de la Creación de las
Hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado. Asimismo es Director de la Comisión
de Justicia Social - Diócesis de Chimbote, Perú.
Fotografía de la Comisión de Justicia Social
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