Friday, February 15, 2019

¿Qué debemos entender por trabajo?


El mundo del trabajo es la clave de toda la cuestión social. Cómo sea y las condiciones en que se dé será fundamental para unas relaciones sociales equilibradas o de desigualdad.
El trabajo a lo largo de la historia ha ido configurándose de diversas formas. Estuvo muy arraigado en la tierra. Después cambió con la revolución industrial, el sistema fordista de producción, las nuevas tecnologías de la comunicación, y actualmente nos encontramos inmersos en la revolución 4.0, que está marcada por la inteligencia artificial, la digitalización y la robotización.

Para darnos cuenta de los cambios propongo el ejercicio de hablar con abuelos, padres y hermanos sobre cuáles han sido o son sus trabajos, las condiciones salariales, de higiene, de tiempo, y tener un diálogo abierto en grupos pequeños. De una estabilidad laboral se ha pasado a una movilidad extraordinaria y una temporalidad abusiva e insoportable; de unos sueldos dignos a unos que no permiten más que sobrevivir; de unas expectativas de mejoría social a través de los estudios a la decepción e impotencia entre los estudios y los trabajos que se ofrecen; de un tiempo en que se tenía que ir al extranjero a hacer trabajos de baja calificación a ser un país que recibe personas trabajadoras para hacerlos, a la vez que muchos jóvenes con estudios y bien formados deben buscarse la vida nuevamente fuera del país. Estas son algunas de las características más comunes en el mundo laboral de hoy. 

Y una, por su impacto, es la cultura individualista que ha roto la mentalidad colectiva y comunitaria, signo de identidad de la clase obrera. Ello provoca que a la hora de querer incidir en la transformación de las actuales condiciones laborales y participar en el debate de hacia dónde vamos, sea muy difícil. Parece que cada uno nos tenemos que espabilar y esto lleva a la impotencia y la desmoralización.

A la enorme diversificación en el mundo laboral (tipo de empleos y precariedad) hay que sumar las nuevas formas de trabajo. Todas ellas marcan este mundo condicionando la acción organizada de los trabajadores para conseguir una mayor justicia social. La crisis de 2008 puso de manifiesto que los que vivimos exclusivamente de nuestro trabajo estamos en una situación de total dependencia y de fragilidad. Nuestra calidad de vida está estrechamente ligada a tener o no tener trabajo, el tipo y las condiciones del mismo.

Si miramos el futuro hay algunas cuestiones a debatir muy importantes. Para muchos jóvenes el único trabajo que han conocido es en condiciones precarias y esto se ha normalizado y aceptado, lo cual manifiesta resignación y pesimismo ante la realidad laboral. Hay que decir que esto no es normal aunque sea habitual. El trabajo precario se debe combatir aspirando y luchando colectivamente por uno decente y digno.

¿Y el tiempo de trabajo? La necesidad de reducirlo y repartir así el trabajo y la riqueza que somos capaces de generar será un caballo de batalla. Esto va en contra de la dinámica de acumulación de trabajo y de riqueza en pocas manos. Y más teniendo en cuenta la incidencia de la robotización en la destrucción total o parcial de muchos empleos. Aquí hay que tener en cuenta el debate sobre una renta básica universal. Todo ello no se puede plantear desde la mentalidad capitalista sino que es necesario un cambio de mentalidad y de paradigma social.

Por último, ¿qué debemos entender por trabajo? Hay que distinguir entre empleo y trabajo. El empleo es lo que entendemos por trabajo remunerado y excluye el no remunerado como el trabajo de cuidado, de la crianza de los hijos, del cuidado de los enfermos, que generalmente está a cargo de mujeres. ¿Todo esto no es trabajo? Trabajo es toda actividad que implica una acción a favor de la comunidad. Hay que incluir pues el voluntariado, la creación artística, la acción cívica sociopolítica. Hay que integrar todas estas actividades en el concepto trabajo, dándoles el valor social que tienen, y por tanto, es necesario que las personas que lo realizan puedan tener un sueldo digno.

Cabe destacar la tendencia creciente de la llamada economía social creadora de puestos de trabajo con criterios de sostenibilidad, inclusión, proximidad, participación y cooperación, que apunta a otro modelo no sólo productivo sino también social. Los obstáculos que encuentra para crecer son muy grandes. Especialmente por la mentalidad generalizada del modelo productivista, depredador de los “recursos naturales y humanos” y especulativo.

Escribe Pepe Rodado
Publicado en Blog CJ

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