Tuesday, December 15, 2015

LA INDIFERENCIA ES COMPLICIDAD

Nuestra Martha Ann Kirk, escribe una líneas de su experiencia y al mismo tiempo recoge las vivencias de los mienbros del Comité Internacional de JPIC en su visita al Museo de Memoria y Tolerancia en México.
Jennifer Reyes Lay, en el Museo de Memoria y Tolerancia, había notado que en cada exposición existe un tríptico, por un lado personas quienes eran responsables por el genocidio, por otro lado quienes dejaron que pase sin hacer nada, y otro lado de quienes se comprometieron hacer su parte para ayudar a las víctimas de los genocidios.  Este es un potente recuerdo porque como indicaba un letrero en el museo: “indiferencia es complicidad.”  Y es que yo veo la conexión entre  trabajo que estamos realizando como Comité y la de la Oficina Congregacional de JPIC, pues juntas(os) estamos ayudando a la Congregación no ser cómplices por la indiferencia y la  injusticia, sino que nos comprometa a hacer todo lo que podemos para ayudar a quienes están sufriendo y prevenir más injusticia.  Si nos quedamos quietas(os) y no tomamos acción, estamos en realidad apoyando a que la injusticia siga.  Entonces es nuestro trabajo hablar, tomar acción, y compartir lo que está pasando en el mundo.

El día de San Francisco de Asis, quien tenía una corazón abierta a los leprosos, lobos, y los musulmanes, mientras que otros los odiaba o excluía, el Comité Internacional JPIC visitó el “Museo de Memoria y Tolerancia” en la Ciudad de Mexico, al frente del monumento a Bentio Juarez.   Cuando se abrió el museo en el 2010, un artículo explicó, “el museo de 7,000 metros cuadrados, que tomo una década a construir, es el sueño de Sharon Zaga, quien tuvo una abuela que huyo a Mexico de Czechoslovakia durante el Segundo Guerra Mundial y quien tuvo un bis-tía quien sobrevivió Auschwitz.  A la edad de 15 años, ella declaró durante un día de carreras en la escuela que iba a construir un museo dedicado al Holocausto y empezó a seguir su sueño en sus 20 años, tomando cursos en la universidad sobre genocidio y formando relaciones con unos 250 sobrevivientes del Holocausto en México y sus descendientes.  En el 1999, formó una organización sin fin de lucros – Memoria y Tolerancia – que empezó a recibir donaciones y materiales para el museo, la mayoría que viene directamente de personas individuales, muchos de ellos son Judíos.
Los visitantes empiezan en el nivel arriba frente de una pared de vidrio que  revela una vista hermosa del Palacio de Bellas Artes, el Secretarariado de Relaciones Exteriores y la Plaza Juarez.  Se mueve desde este lugar brillante a galerías de oscuridad que muestran tiempos oscuros de la humanidad.  Una pared tiene “ventanas” con fotos de cientos de Judíos matados, entre ellos, Anne Frank.  Fotos, palabras, películas, y objetos cuentan la historia del Holocausto de los Nazis y otras actos horribles en Armenia, Yugoslavia, Rwanda, Guatemala, Cambodia, y Darfur. 

La hermana Mary Kay McKenzie dijo tristemente que “la cantidad de muertos mostrados en la exhibición de Memoria, los genocidios del último siglo, es abrumador.  ¿Cómo puede existir tanto odio causado por la religión, o nacionalidad, cuando hay tanto que es igual en cada ser humano? ¿porque las diferencias crean tanto miedo?  Este me hace reflexionar en que hay muchas maneras para matar, y yo no siempre soy inocente.  Es posible matar el espíritu de una persona en la manera que la trato; también es posible para aumentar el espíritu de una persona depende como la trato.  ¿Cual voy a escoger?” 
Y es que cada sección del museo presentó preguntas de qué se podría haber hecho.  Los Nazis construyeron prejuicios en teorías de inferioridad de razas, contando algunas personas como “menos humano.”  En Kosovo en 1999, los Cristianos Serbios mataron por lo menos 6,000 personas, la mayoría musulmanes.  México ofreció refugio a algunos de estos refugiados.  Tristemente en Rwanda muchas personas eran matadas en las iglesias en que buscaron refugio.  La sección de Darfur y Sudan pedía que se haga algo entre la violencia de las pandillas.   Había también una exhibición conmovedora de la guerra civil de 36 años en Guatemala.  1,500,000 personas eran desplazados en el país y otro 150,000 huyeron a México.  40,000 personas eran desaparecidos debajo el gobierno represivo.  Había 200,000 en total asesinados.  En el medio de esta violencia, y después existió mucha gente religiosa quienes intentaron acompañar a los más vulnerables.  

Sor Maria Marquez Fuentes dijo, “Mi pregunta constante en el museo  era ¿cómo llegamos a esto? Mi corazón estaba sufriendo por tantas experiencias de muerte que la misma humanidad provoca, y no es una humanidad ajena, en esta  humanidad que es la mía y la de las personas con las que convivo cada día. Me sentí muy llamada a trabajar por la paz y la reconciliación de esta sociedad donde estamos, nacía en mi interior el deseo  de pedir perdón, de encontrar esperanza, de poder ser compañía para los están solos(as), de ser luz para la oscuridad, de ser paz en la guerra. Termino con una pregunta sin respuesta ¿Cómo le digo a Dios de esto?”

Cuando sales de las exhibiciones oscuras del museo, se encuentra un Memorial de Niños con 20,000 pequeñas bolitas de vidrio en una cascada en forma de lágrimas que recuerda los dos millones de niños quienes han sido asesinados en los genocidios.  Este memorial es una invitación a la tolerancia, respecto, y solidaridad entre todas las personas.  La memorial esta encubierto con un diseño de árboles de olivos, en señal de la paz.   Agustin Rios Velez dice en su reflexión: “mi visita al Museo fue una mezcla de diversos sentimientos, dolor, tristeza, coraje, pero también un fuerte necesidad de pensar en ¿qué hago para que no vuelva a suceder un genocidio, un crimen de lesa humanidad? Pues actuar para que no haya indiferencia, discriminación y defender los Derechos Humanos, es mi respuesta”.

Después los visitantes entran a cuartos donde se informa sobre lo que se necesita para ser más tolerantes y respetuosos. Porque los  genocidios empiezan con pequeños prejuicios.  ¿Permito yo o contribuyo al prejuicio en mi vida diaria?  Había 19 exhibiciones que ayudan a las personas reconocer y comprender los prejuicios, estereotipos, discriminación, odio, y violencia. 
Una de las cosas más importantes para aprender y enseñar es a dialogar.  “¿Por qué es tan difícil dialogar?”  El dialogo requiere empatía y compasión, nos hace entrar en la posición y circunstancias del otro.  ¿Se puede escuchar en medio de las diferencias sociales, culturales, y religiosas?  ¿Cómo aprendemos a compartir nuestro punto de vista y también escuchar lo del otro? 

La huella es un símbolo usando en el logo del museo.  No hay ninguna otra persona en el mundo quien tiene la misma huella que yo.  La diversidad es una realidad profunda y hermosa.  Nuestra unicidad nos invita a tener reverencia y respeto para cada ser humano.   Había salas grandes con imágenes de  indígenas en Mexico celebrando su cultura,   mapas que nos ayudó entender las diversas culturas e idiomas que existen en este país único.  La diversidad es una oportunidad y un desafío.  La hermana Katty Huanuco dijo “caminar por el Museo de la Memoria y Tolerancia tocó mi corazón – cómo y hasta dónde puede llegar el odio y exclusión hacia otros-  es triste que esto aun pasa en el mundo.  Mujeres, indígenas, niños, ancianos, sufren mucho de la indiferencia.  Entonces, aun duele.  Pero no puedo dejar de recordar a los mártires quienes se han comprometidos con su vida.  Hay esperanza.” 
La hermana Katty inició la visita al museo como parte de nuestra reunión como Comité Intermacional y nos invitó a  mirar, “escuchemos y observemos qué hacemos desde nuestro trabajo para responder a estos clamores.  Porque queremos ser una Congregacion Samaritana, que responda. No podemos ignorar  las necesidades.” 

Una sala ofreció ejemplos de cómo la tecnología y los medios de comunicación pueden facilitar el odio y violencia.  Por ello, esto puede cambiar. El museo tiene una campaña por redes sociales para promocionar la tolerancia.  También las ideas de la “Declaración Universal de Derechos Humanos” están exhibido en una sala.  Otra parte del museo tiene un lugar para niños con materiales y actividades para aprender que cada persona puede ser un amigo o amiga.  Nuestras diferencias nos hace más rico como sociedad y la cooperación es mejor que la competitividad.  Matar no es admirable. 
La tienda del museo tenía sabiduría para comprar y llevar a casa como por ejemplo un afiche con un niño jugando ser soldado con un arma,  que indicaba claramente “la guerra no es un juego de niños.”  Porque los juguetes de armas y otras juguetes de  guerra puede hacer pensar que la guerra y matar otras personas es divertido. 

Prevenir el genocidio empieza con transformar la violencia dentro de nuestras mismas(os), y con amor y coraje invitar a los demás a dejar sus armas.  “El odio nunca puede expulsar el odio, solo el amor puede hacerlo” dijo Martin Luther King Jr., quien tiene su rostro (estatua) en la entrada al museo.  “Sé el cambio que quieres ver en el mundo” dijo Mahatma Gandhi quien también tiene su estatua allí.   Otra escultura es el de  la Madre Teresa de Calcuta que dice “No esperes para ser un líder, hazlo, persona a persona.”  Finalmente, Nelson Mandela nos interpela porque perdonó a  las personas quienes lo habían encarcelado por 27 años, liberandose a sí mismo para trabajar por una sociedad unida. 

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