Friday, September 7, 2018

Mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de Oracion para la Creacion

MENSAJE DEL SANTO PADRE
FRANCISCOPARA LA JORNADA MUNDIAL
DE ORACIÓN POR EL CUIDADO DE LA CREACIÓN
1 DE SEPTIEMBRE DE 2018

Queridos hermanos y hermanas:

En esta Jornada de oración deseo ante todo dar gracias al Señor por el don de la casa común y por todos los hombres de buena voluntad que están comprometidos en custodiarla. Agradezco también los numerosos proyectos dirigidos a promover el estudio y la tutela de los ecosistemas, los esfuerzos orientados al desarrollo de una agricultura más sostenible y una alimentación más responsable, las diversas iniciativas educativas, espirituales y litúrgicas que involucran a tantos cristianos de todo el mundo en el cuidado de la creación.

Debemos reconocer que no hemos sabido custodiar la creación con responsabilidad. La situación ambiental, tanto a nivel global como en muchos lugares concretos, no se puede considerar satisfactoria. Con justa razón ha surgido la necesidad de una renovada y sana relación entre la humanidad y la creación, la convicción de que solo una visión auténtica e integral del hombre nos permitirá asumir mejor el cuidado de nuestro planeta en beneficio de la generación actual y futura, porque «no hay ecología sin una adecuada antropología» (Carta enc. Laudato si’, 118).

En esta Jornada Mundial de Oración por el cuidado de la creación, que la Iglesia Católica desde hace algunos años celebra en unión con los hermanos y hermanas ortodoxos, y con la adhesión de otras Iglesias y Comunidades cristianas, deseo llamar la atención sobre la cuestión del agua, un elemento tan sencillo y precioso, cuyo acceso para muchos es lamentablemente difícil si no imposible. Y, sin embargo, «el acceso al agua potable y segura es un derecho humano básico, fundamental y universal, porque determina la sobrevivencia de las personas, y por lo tanto es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos. Este mundo tiene una grave deuda social con los pobres que no tienen acceso al agua potable, porque eso es negarles el derecho a la vida radicado en su dignidad inalienable» (ibíd., 30).

El agua nos invita a reflexionar sobre nuestros orígenes. El cuerpo humano está compuesto en su mayor parte de agua; y muchas civilizaciones en la historia han surgido en las proximidades de grandes cursos de agua que han marcado su identidad. Es sugestiva la imagen usada al comienzo del Libro del Génesis, donde se dice que en el principio el espíritu del Creador «se cernía sobre la faz de las aguas» (1,2).

Pensando en su papel fundamental en la creación y en el desarrollo humano, siento la necesidad de dar gracias a Dios por la “hermana agua”, sencilla y útil para la vida del planeta como ninguna otra cosa. Precisamente por esto, cuidar las fuentes y las cuencas hidrográficas es un imperativo urgente. Hoy más que nunca es necesaria una mirada que vaya más allá de lo inmediato (cf. Laudato si’, 36), superando «un criterio utilitarista de eficiencia y productividad para el beneficio individual» (ibíd., 159). Urgen proyectos compartidos y gestos concretos, teniendo en cuenta que es inaceptable cualquier privatización del bien natural del agua que vaya en detrimento del derecho humano de acceso a ella.

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Pope Francis Message for World Day of Prayer for Creation

MESSAGE OF HIS HOLINESS
POPE FRANCIS
FOR THE 
WORLD DAY OF PRAYER FOR THE CARE OF CREATION
1 SEPTEMBER 2018

Dear brothers and sisters,

On this Day of Prayer, I wish first to thank the Lord for the gift of our common home and for all those men and women of good will committed to protecting it. I am likewise grateful for the many projects aimed at promoting the study and the safeguarding of ecosystems, for the efforts being made to develop more sustainable agriculture and more responsible nutrition, and for the various educational, spiritual and liturgical initiatives that involve Christians throughout the world in the care of creation.

It must be acknowledged that we have not succeeded in responsibly protecting creation. The environmental situation, both on the global level and in many specific places, cannot be considered satisfactory. Rightly, there is a growing sense of the need for a renewed and sound relationship between humanity and creation, and the conviction that only an authentic and integral vision of humanity will permit us to take better care of our planet for the benefit of present and future generations. For “there is no ecology without an adequate anthropology” (Laudato Si’, 118).

On this World Day of Prayer for the Care of Creation, which the Catholic Church for several years now has celebrated in union with our Orthodox brothers and sisters and with participation of other Churches and Christian communities, I would like to draw attention to the question of water. It is a very simple and precious element, yet access to it is, sadly, for many people difficult if not impossible. Nonetheless, “access to safe drinkable water is a basic and universal human right, since it is essential to human survival and, as such, is a condition for the exercise of other human rights. Our world owes a great social debt towards the poor who lack access to drinking water, because they are denied the right to a life consistent with their inalienable dignity” (ibid., 30).

Water invites us to reflect on our origins. The human body is mostly composed of water, and many civilizations throughout history arose near great rivers that marked their identity. In an evocative image, the beginning of the book of Genesis states that, in the beginning, the spirit of the Creator “swept over the face of the waters (1:2)”.

In considering the fundamental role of water in creation and in human development, I feel the need to give thanks to God for “Sister Water”, simple and useful for life like nothing else on our planet. Precisely for this reason, care for water sources and water basins is an urgent imperative. Today, more than ever, we need to look beyond immediate concerns (cf. Laudato Si’, 36) and beyond a purely utilitarian view of reality, “in which efficiency and productivity are entirely geared to our individual benefit” (ibid., 159). We urgently need shared projects and concrete gestures that recognize that every privatization of the natural good of water, at the expense of the human right to have access to this good, is unacceptable.

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