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Chimbote, puerto pesquero ubicado en el desierto norte del Perú, forma parte de la región Ancash en la que a pocos km., como parte de los Andes, se encuentra la Cordillera Blanca (cadena de majestuosos nevados con significativas alturas en Latinoamérica) que, al desatendernos de la problemática amazónica, estaríamos siendo potenciales víctimas relacionada con el cambio climático.
Y no se trata solo de la atención de Chimbote sino también de todo el Perú, de toda Latinoamérica y, en general, de toda nuestra casa común. Lo que afecta a una parte de nuestro planeta repercute en la totalidad. Así, si le ocasionamos daño a este pulmón planetario las consecuencias las sufriríamos todos como humanidad. Por ello la importancia de sensibilizarnos, responsabilizarnos y actuar para estar atentos a todo lo que afecta a su composición y, particularmente, a quienes se han encargado de preservarla: los pueblos indígenas.
Como comunidad creyente convocada en la Iglesia Católica recientemente culminó el Sínodo PanAmazónico que más allá de los temas promovidos por los medios de comunicación de masas nos parece importante centrarnos en una de las grandes conclusiones: valorar la realidad de nuestro pulmón planetario definido por los participantes del Sínodo como “una hermosura herida y deformada, un lugar de dolor y violencia" y denunciaron que "los atentados contra la naturaleza tienen consecuencias contra la vida de los pueblos". Hechos producidos por las políticas medioambientales injustas de los Estados que generan consecuencias negativas con el cambio climático.
Además, con valentía y profetismo se denuncia que tal situación se debe a "los intereses económicos y políticos de los sectores dominantes, con la complicidad de algunos gobernantes y de algunas autoridades indígenas". Señala que "las víctimas son los sectores más vulnerables, los niños, jóvenes, mujeres y la hermana madre tierra".
Así no formemos parte del territorio o la Cuenca Amazónica el compromiso nos debe llevar a tener presente a sus pueblos y defenderlos como parte de “nuestra casa común”.
Finalizo recordando las palabras de monseñor Bruno Duffé (Secretario del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral del Vaticano) al conmemorarse el primer aniversario del crimen ambiental de Brumadinho “Hay que denunciar el desarrollo que mata y anunciar con Jesucristo otro desarrollo”.
Escribe: Victor Mendoza (JPIC, Perú)
Victor Mendoza es miembro del Comité Internacional de Justicia, Paz e Integridad de la Creación de las Hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado.
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