El artículo abajo, escrito por Jorge Samil, salió en La Jornada, 23 de diciembre, 2011.
En el quinto año de gobierno el Semanario Zeta fijó la cifra de nuestros muertos en 60 mil 420. LEER MÁS
La semana pasada se terminó oficialmente la guerra de Irak. En forma callada enviaron las tropas a casa y abandonaron el país a la suerte de una democracia prendida con alfileres. La
guerra, como se sabe, fue desatada por George W. Bush, presidente republicano, pero los demócratas que hoy ocupan la Casa Blanca se sintieron obligados a lavarle la cara al país. Declararon que
valió la pena el sacrificio, y que se iban
orgullososde haber sustituido a un dictador con un
gobierno democrático. Los iraquíes piensan diferente:
Nos dejaron un país destrozado y sin esperanza. Se hizo el recuento de las
bajasen los medios: 4 mil 500 soldados estadunidenses y 100 mil
daños colaterales.
Estos últimos no son como los nuestros. Son muertos con pedigrí. Tienen número de registro, nombre y apellido, fecha y causa de defunción; edad, oficio y lugar donde ocurrió la muerte. No se clasifican por montones, como
los 26 de Guadalajara, los
35 de Boca del Ríoo
los 70 de San Fernando. No se entierran en fosas comunes con los nombres genéricos de
sicarios, o
individuos con antecedentes, como dijo un ilustre gobernador.
En el quinto año de gobierno el Semanario Zeta fijó la cifra de nuestros muertos en 60 mil 420. LEER MÁS
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