En octubre la Comisión Permanente de Derechos Humanos & JPIC y el Programa de Formación Inicial -ambos espacios de la Conferencia de Religiosas y Religiosos en Perú- se unieron para realizar un necesario Reconocimiento a las Religiosas Defensoras de los Derechos Humanos en Perú (1980-2000).
¡Fue un momento de gracia! En estas líneas, Charo Narvaez nos comparte lo que significa este evento para el proceso de justicia, paz y reconciliación en Perú.
El 10 de diciembre del 2017 se inauguró el Rosedal de la Memoria en
recuerdo a mujeres que desde diferentes compromisos con la vida aportaron en la
defensa de los derechos humanos durante o posteriormente el período de
violencia política. Esta iniciativa
surgió en homenaje a nuestra querida Mamá Angélica. Se inauguró con 9 rosales
para representar a mujeres que ya no están con nosotras(os) pero su ejemplo y
recuerdo nos sigue acompañando. Todas ellas aportaron de diversas formas a
construir cambios políticos y sociales, todas ellas aprendieron a defender los
derechos humanos por amor a sus seres queridos o por solidaridad. Están allí los nombres María Elena Moyano,
teniente alcaldesa de Villa El Salvador; Consuelo García Santa Cruz, lideresa
de mujeres mineras; Pilar Coll, laica activista de DDHH; Bárbara D’Achille,
periodista ecologista de El Comercio; Rosa del Águila, lideresa de mujeres de
sectores populares de Huánico; Lika Mutal, escultora autora del Memorial El Ojo
que Llora; Pascuala Rosado, lideresa de
Huaycan.
El
pasado 11 de octubre se sembraron dos rosales en recuerdo de las hermanas Agustina
Rivas e Irene McCormack.
“Aguchita”,
como cariñosamente la llamaban a Agustina Rivas, nació en Cora Cora, Ayacucho.
Pertenecía a la Congregación de las Hermanas del Buen Pastor, realizando su labor
pastoral en diversas partes del país destacando siempre por su sencillez, su
amor al prójimo, capacidad de escucha y coherencia. Luego de un tiempo largo en
Lima, buscando servir a los más necesitados en la zona de emergencia, en 1987 se
trasladó a La Florida (Junin). Por el contexto político de ese entonces trabajar
allí era un desafío que asumió con entereza y la fuerza de su fe. Trabajó muy
cercanamente con los y las ashaninkas; especialmente de las mujeres con quienes
compartía sus conocimientos para generarse algunos recursos con pequeños
emprendimientos económicos. El 27 de
septiembre de 1990 llegó al pueblo un grupo de jóvenes senderistas, incluyendo
niños de 10 a 12 años y convocaron a la plaza. Aguchita se encontraba
preparando dulces con las niñas, cuando una senderista la obligó a ir a la reunión,
antes de hacerlo fue a apagar la cocina. La joven dijo al jefe, que ella no
había obedecido por lo que la pusieron al frente con otras personas cuyos
nombres estaban en su lista. Al final de la asamblea el jefe leyó la lista
de las personas que serían ejecutadas, allí citaban el nombre de Hermana Luisa.
Como ella no estaba, decidieron que Aguchita pagaría por ella. En la
“sentencia” que leyeron se mencionó como motivos de la ejecución su trabajo con
los ashaninkas, organizar a las mujeres, “hablar de Paz y no hacer nada”, repartir
alimentos. Fue la primera religiosa asesinada deliberadamente por Sendero
Luminoso.
Irene
McCormack, nacida en Australia pertenecía a la congregación de San José del Sagrado
Corazón. Durante la mayor parte de su vida religiosa se dedicó a la enseñanza de
los jóvenes. En 1987 llegó al Perú para trabajar por los más pobres en San Juan
de Miraflores y San Martín de Porres. En 1987 se trasladó a Huasahuasi (Tarma,
Junin) para continuar su labor. Allí se comprometió con los niños, niñas y
adolescentes para quienes implementó una biblioteca escolar. En diciembre del 1989
fueron advertidos de un inminente ataque de SL por lo que se trasladaron a
Lima. El 14 de Enero del 1990 decidió regresar para dar apoyo espiritual a la
población en la situación difícil que vivía. El 21 de mayo de 1991, la Hna,
Irene fue ejecutada por terroristas de Sendero Luminoso por el 'crimen' de proporcionar
comida norteamericana y difundir ideas norteamericanas a través de los libros
de la biblioteca.
Todas las mujeres que se recuerdan en el Rosedal de la Memoria, era
valientes como Irene y Aguchita. Ellas se sobrepusieron al miedo, a su dolor,
sacaron fuerza y perseveraron a pesar de ataques, amenazas que muchas de ellas
sufrieron. Cuatro de ellas eran extranjeras que aprendieron a amar a nuestro
país y, sin olvidar sus orígenes, se hicieron peruanas de muchas formas. Ellas profesaban diversos credos religiosos y
tenían posiciones políticas distintas, tenían en común su amor y compromiso con
la vida.
Para
los y las voluntarias que gestionamos el Memorial El Ojo que Llora la siembra
de estos dos nuevos rosales en reconocimiento de las religiosas católicas nos
llena de alegría y esperanza de seguir construyendo en su memoria caminos de
diálogo, solidaridad y respeto por los derechos de todos y todas.
Por Rosario Narvaez Vargas - Miembro de APRODEH
No comments:
Post a Comment