MIGRACIÓN
Nuestro enfoque a la migración está
enraizado en el Evangelio y en siglos de tradiciones
de la enseñanza
social católica. Uno de esos
documentos es “Ya no somos extranjeros: Juntos en
el camino de la esperanza”, carta pastoral de los obispos católicos
de México y de los Estados Unidos sobre la migración. Abajo encontrarán cinco
principios que son los que guían el enfoque de la Iglesia con respecto a la
migración.
Los Estados soberanos poseen el
derecho de controlar sus fronteras. La Iglesia
reconoce que todo Estado soberano
posee el derecho de salvaguardar su territorio y sus fronteras. Sin embargo, las naciones con más poderío económico, las cuales tienen la capacidad de proteger
y de alimentar mejor a sus habitantes, tienen una obligación
mayor de adaptarse a los flujos migratorios.
Las personas tienen el derecho de encontrar oportunidades en su tierra natal. Todas las personas
tienen el derecho de encontrar en su propio país oportunidades económicas, políticas y sociales para tener una vida digna y
plena mediante el uso de los dones que Dios
les dio. En este contexto, un trabajo que proporcione un salario justo para vivir es una necesidad
básica de todo ser humano.
Las personas tienen el derecho de emigrar para mantenerse a
sí mismas y a sus familias. La Iglesia reconoce
que todos los bienes de la tierra pertenecen a todos los pueblos. Cuando las personas no encuentran un empleo en su país de origen para poder mantenerse a sí mismas y
a sus familias, ellas tienen
el derecho de buscar trabajo en otro lugar para lograr sobrevivir. Los Estados soberanos deben proveer las formas para
acomodar este derecho.
Debe protegerse a quienes buscan
refugio y asilo. La
comunidad global debe proteger a quienes huyen de las guerras y de la persecución. Esto
requiere, como mínimo, que los
migrantes cuenten con el derecho de solicitar el
estatus de refugiado sin que se les detenga
y que su solicitud sea plenamente
considerada por las autoridades competentes.
Deben respetarse la dignidad y los derechos humanos de los migrantes
indocumentados. Independientemente
de su situación legal, los migrantes, como toda persona, poseen una dignidad
humana intrínseca que debe ser respetada. Con frecuencia, ellos están sujetos a
leyes punitivas y al maltrato por parte de las autoridades, tanto en los países
de tránsito como de destino. Se necesitan políticas gubernamentales que
respeten los derechos humanos de las personas indocumentadas.
La Iglesia
reconoce el derecho de todo Estado soberano de controlar sus fronteras
para promover el bien común. Asimismo, reconoce el derecho de
todo ser humano de migrar para gozar
de los derechos que Dios les
dio. Estas enseñanzas se complementan entre sí. Son necesarias políticas gubernamentales que respeten los derechos
humanos básicos de los indocumentados.
REFUGIADOS
Es una enseñanza
católica fundamental que todo ser humano
es creado a imagen de Dios y, por
lo tanto, tiene derecho a la dignidad y al respeto. La Iglesia
Católica considera ayudar a los necesitados
como un deber cristiano fundamental que
deriva directamente de la vida y
la misericordia de Cristo,
que él mismo era un refugiado. Como cristianos, nosotros estamos llamados a dar la bienvenida a
nuestros nuevos prójimos con el mismo amor y compasión
que querríamos que nos mostraran en un tiempo de persecución. Debemos
recordar que los refugiados de todo el mundo son enviados a nuestras
comunidades y huyen del peligro, la explotación y la persecución.
El departamento de Servicios de
Migración y Refugiados de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados
Unidos (USCCB/MRS, por su sigla en inglés) es una de las nueve agencias
nacionales de reasentamiento de refugiados en los Estados Unidos que ayuda a
los refugiados y aboga por la comunidad de refugiados.
A través de un acuerdo de cooperación y subsidios con el gobierno
federal, USCCB/MRS trabaja en coordinación con Catholic
Charities y otras agencias
asociadas alrededor de los Estados Unidos para dar la bienvenida y asegurar que las necesidades básicas de cada
refugiado que llega se cumplan adecuadamente.
¿CUÁL ES LA DIFERENCIA ENTRE UN REFUGIADO Y UN INMIGRANTE?
Según el Alto Comisionado de las Naciones
Unidas para los Refugiados, un
refugiado
es alguien que ha sido forzado a huir de su país debido a
la persecución, la guerra o la violencia. Un refugiado tiene un temor fundado de persecución por razones de raza, religión, nacionalidad, opinión política o pertenencia a un grupo social determinado.
Un inmigrante
es alguien que deja voluntariamente su país para mejorar las perspectivas
para ellos y sus familias.
Fuente: Campaña Mundial 'Share the Journey'
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