Capítulo 3 del Folleto de la Pastoral Social del Episcopado Brasileño sobre el Cambio Climático. Traducción Ricardo López Rosas
MOTIVACIONES CRISTIANAS
para tener coraje de cambiar
- Levántate y ve Nínive, la gran ciudad, y anuncia lo que te voy a decir.
Jonás se levantó y fue a Nínive, como le mandó el Señor. Nínive era una gran ciudad, tres días hacían falta para recorrerla. Jonás se fue adentrando en la ciudad y caminó un día entero pregonando:
-¡Dentro de cuarenta días Nínive será arrasada!”
Creyeron a Dios los ninivitas, proclamaron un ayuno y se vistieron de sayal pequeños y grandes.
Cuando el mensaje llegó al rey de Nínive, se levantó del trono, se quitó el manto, se vistió de sayal, se sentó en el polvo y mandó al heraldo proclamar en Nínive un decreto real y de la corte:
- Hombres y animales, vacas y ovejas no prueben bocado, no pasten ni beban; cúbranse de sayal hombres y animales. Invoquen fervientemente a Dios; que cada cual se convierta de su mala vida y de sus acciones violentas. A ver si Dios se arrepiente, calma el incendio de su ira y no perecemos.
Vio Dios su obra y que se habían convertido de su mala vida, y se arrepintió de la catástrofe con que había amenazado a Nínive y no la ejecutó: Jon 3,1-10.
INTRODUCCIÓN
La lectura científica de la Tierra, tan imprescindible como lo es en este momento de la historia, no agota la realidad para la interpretación judeocristiana sobre la Tierra. Al final, Dios creó el cosmos, por tanto, también la Tierra, la Pachamama, Gaia. Él es mayor que su creación. Por tanto, a la luz de los signos de los tiempos, y sin negar lo que la ciencia nos tiene que decir en este momento, es preciso rehacer la lectura bíblico-teológica de la creación.
El Magisterio Eclesial siempre insiste en que no hay contradicción entre la ciencia y la revelación. Para la revelación, la creación es parte integrante del proyecto mayor del Reino de Dios y su justicia, teniendo un punto de llegada que sólo su Creador conoce. Ahora leeremos esas señales a la luz de la revelación.
La profecía de Jonás en Nínive es una parábola del tiempo actual; pero con una diferencia: la profecía de hoy –la de que el calentamiento global del Planeta, provocado por los seres humanos, está poniendo en riesgo la vida sobre la Tierra- no está siendo tomada en serio, no ha llegado a toda la población, y por eso, no ha sido animada a hacer penitencia, ni ha creado movimientos de cambio en sus perversos caminos y en las prácticas de opresión, no ha llegado a tener fuerzas para que los ‘reyes’ de hoy se sientan provocados a hacer penitencia y decretar políticas públicas que volver universales las vías del cambio.
Ante tantas señales y tantos avisos, ante la urgencia de implantar cambios profundos, la Iglesia de los seguidores de Jesucristo no puede quedarse indiferente ni perder tiempo. Ella fue desafiada por Jesús para ser especialista en la lectura de los signos de los tiempos1, e igualmente, para no dejar de hacer, a partir de la vivencia de fe, todo lo que sea capaz en cada tiempo y cada lugar, hasta conseguir obras ‘mayores’ de las que Jesús hizo en su tiempo2. La hora de la gracia, el día de la salvación, es el hoy que realiza y actualiza la misión asumida por Jesús, es ese tiempo en el que vivimos, en Brasil y en la Tierra. Si los desafíos son grandes, grande debe ser la disposición para actuar, inmensa la disponibilidad para ser certeros en el discernimiento de lo que se debe hacer.
Esta crisis de relación entre los seres humanos y la Tierra desafía a los cristianos a volver a beber en sus viejas y siempre nuevas fuentes bíblicas y de espiritualidad. Hoy, valores como solidaridad, contemplación, compasión, desapego, humildad, desaparecerán ante las “iglesias de mercado”, donde vale el éxito, la fama y donde la cualidad de la vida cristiana está calculada conforme al éxito que alcanza o la fortuna que produce.
Los cristianos/as, en la esencia propia de su fe, valoran la persona del otro, particularmente las de aquellos que el conjunto de la sociedad desprecia. Jesús fue así, y así tiene que ser cada uno de sus seguidores/as. Los cristianos/as también deberían ser los primeros en valorar la obra de la Creación. Por tanto, los cristianos/as saben que son hijos/as de Aquel que todo lo creó.
Juan Pablo II proclama una frase inolvidable que debería ser una especie de código para mirar la naturaleza: “necesitamos rastrear las huellas de Dios impresas en la naturaleza”. Por tanto, el respeto por la naturaleza significa también respetar al Creador, descifrar las huellas que Él dejó marcadas en su obra. Es necesario recordar siempre, como veremos enseguida, que cuando Dios hizo la alianza con su pueblo en el Antiguo Testamento, también la hizo con todos los animales que salieron del arca de Noé. Es preciso tener siempre presenta que San Pablo, en Romanos 8 nos hablará que “la creación también gime con dolores de parto aguardando la redención”. Por tanto, el acto redentor alcanza a la totalidad de la Creación. Finalmente, el prólogo de san Juan nos da una síntesis del gran proyecto de Dios para toda la humanidad y toda la Creación. Aquél que redimió también
1 Cf. Lc 12,54-57.
2 Cf. Jn 14,12.
estaba en el acto Creador. El mismo se inserta en la historia de la Creación y de la humanidad como un humano. De esta forma se hace humano y creatura para siempre, haciendo de las criaturas humanas hijos e hijas de Dios. Es el misterio de la síntesis total. Por todo eso, más que nunca, corresponde a los discípulos y discípulas de Jesús ser ángeles de la creación y profetas de la vida3. Pero no sólo a ellos; esta misión cabe a todos aquellos y aquellas que se relacionan con la Tierra como madre de la vida y la tratan con respeto. Esas personas deberían ser las primeras en cambiar sus costumbres, vigilar la Creación, comenzando por lo cotidiano y yendo hasta las actitudes más proféticas, en una profunda espiritualidad que sea también ecológica. Desde San Francisco de Asís hasta la hna. Dorothy Stang, es rica la historia de las personas que pueden inspirar la vida cristiana en estos días. Los Obispos de América Latina y del Caribe expresaron de esta forma el sentido cristiano de cuidado del medio ambiente:
Como discípulos/as de Jesús, nos sentimos invitados a dar gracias por el don de la creación, reflejo de la sabiduría y belleza del Logos creador. En el designio maravilloso de Dios, el hombre y la mujer están llamados a vivir en comunión con Él, en comunión entre ellos y con toda la creación. El Dios de la vida encomendó al ser humano su obra creadora para que “la cultivada y la guardara” (Gn 2,15). Jesús conocía bien la preocupación del Padre por las criaturas que Él alimenta (cf. Lc. 12,27). Y, mientras andaba por los caminos de sui tierra, no sólo se detenía a contemplar la hermosura de la naturaleza, sino que invitaba a sus discípulos a reconocer el mensaje escondido en las cosas (cf. Lc 12,24-27; Jn 4,35). Las criaturas del Padre le dan gloria “con su simple existencia”, y, por eso, el ser humano debe hacer uso de ellas con cuidado y delicadeza.: DAp 470.
FUNDAMENTOS BÍBLICO-TEOLÓGICOS DEL CUIDADO DE LA CREACIÓN
Y DE UNA ESPIRITUALIDAD ECOLÓGICA
Vivir en este tiempo desafiante, exige una espiritualidad profunda, que renueve las raíces divinas de la humanidad. El cristianismo cuenta con un rico manantial den su teología bíblica, cosmológica y espiritual de la Creación. Se trata de una revelación del sentido de la historia que traspasa toda la Sagrada Escritura. Parte del Jardín del Edén, en el Génesis, y se proyecta, en el Apocalipsis, en la Nueva Jerusalén, la ciudad abierta a todos los pueblos y donde no habrá llanto ni carencia.
3 Documento de Aparecida 471.
Jesucristo está en el centro de una historia inspirada y atraída por el Dios de la Vida, a quien se ama amando a las personas, comenzando por las reducidas a pobreza y a marginación, un amor que es la misma vida de quien ama. Para las personas y comunidades de las Iglesias cristianas, el cuidado de la Creación es parte importante de su práctica, de su misión, de su mensaje. Ofrecemos algunas referencias que fundamentan esta responsabilidad.
La Creación: Gn 1,1-31
El acto creador es un acto de amor. Dios crea porque ama. Más todavía, dio al ser humano la capacidad de ser co-creador. Por tanto, entra las creaturas, sólo el ser humano es capaz de amar y crear. La fidelidad entre los animales es instintiva y no fruto de entender y amar. En el ser humano, el arte, la ciencia, la cultura, el sexo, adquieren dimensiones que revelan el sentido más profundo de su existencia. La página bíblica de la creación revela ese desbordamiento del amor de Dios hasta llegar al ser humano, hecho a su imagen u semejanza. Sólo por esto, cada ser humano, independientemente del sexo, color, religión, lleva en sí una dignidad divina. Sin embargo, es precisamente la creación divina al alcance del ser humano la que está en riesgo de extinción, incluyéndolo a él mismo; puede estar próxima una hecatombe sin precedente en la historia humana sobre la faz de la Tierra. Luego él, el ser humano que es la inteligencia de la Tierra, a imagen y semejanza del Creador, pone en riesgo la vida que está a su alcance, porque es el único capaz de destruir. El calentamiento global es fruto de la acción humana. Un cristiano/a hijo/a de Dios, no puede exentarse de la gravedad que la historia humana impone a los humanos y a todos los demás seres vivos en este momento. Queda poco tiempo. Para billones, es ahora o nunca.
El Diluvio: Gn 6,5-9,17
El Diluvio tiene referencias en varias tradiciones religiosas. En la bíblica, lo que llama la atención es el cuidado del Creador hacia sus creaturas. El hagiógrafo dice que Dios, cansado de los crímenes humanos, decidió extinguir a la humanidad. Sin embargo, en el último acto de nobleza divina, resolvió salvar a la familia de Noé porque él era justo. Más todavía, exigió que ese hombre, de nombre Noé, colocara en el Arca parejas de cada especie animal para garantizar su reproducción. Así, salva a todas las criaturas y revela el cariño paternal que el Creador tiene con todas ellas.
Lo que más llama la atención, entre tanto, es la alianza hecha con los seres humanos y todas las creaturas de la Tierra después del diluvio.
De mi parte, estableceré mi alianza con ustedes y con toda su descendencia, con todos los seres vivos que están con ustedes, aves, animales domésticos y salvajes, y con todos los animales de la tierra que salieran del arca”: Gn 9,9-10.
Por tanto, la alianza de Dios no es exclusividad de los seres humanos, aun cuando él había sido hecho a su imagen y semejanza. El hecho de disponer de la Tierra y de sus
bienes, no le da al ser humano el derecho a destruir a los demás seres vivos. Ellos también portan consigo la huella del Creador y forman parte de su comunidad de alianza.
Juan 1,1-16
El prólogo del evangelio de san Juan es una de las páginas más bellas de la biblia porque es reflexión teológica y poesía a la vez.
En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios y la Palabra era Dios. Ella existía en el principio junto a Dios. Todo fue hecho por medio de ella y sin ella nada fue hecho de cuanto existe: Jn 1,1-3
San Juan da al Cristo, la Palabra una dimensión creadora. La Palabra siempre existió y sin ella nada fue hecho de todo cuanto existe. Una vez más, la revelación bíblica considera la totalidad de la creación, no sólo al ser humano. San Juan da a toda la creación una dimensión crística. Evidentemente, da al ser humano un lugar especial, aun cuando sea muchas veces nefasto.
En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres. Y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no pudieron dominarla: Jn 1,4-5.
Es evidente la intención de san Juan de vincular a la persona de Jesús toda la creación. El propio Jesús, él mismo embebido totalmente de la misión, aconsejará: “mirar los pájaros del cielo y los lirios del campo” (Cf. Mt 6,26-30). Por tanto, nada está alejado del acto creador que renueva en la faz de la Tierra a lo largo de billones de años.
Rm 6,18-25
El destino de toda la creación fue retomado por el evangelizador san Pablo, como se puede ver en Romanos 8. Ese texto indica que la redención de Jesús trasciende al ser humano -¡Cuánto más a una Iglesia!- y se extiende a todo el universo creado. El rescate de toda la Creación que “gime con dolores de parto” y “ansía la redención”.
EL Génesis nos dice que Dios creó y “vio que todo era bueno”. San Pablo nos dice que la creación es imperfecta, sujeta a la corrupción y que ansía su propia remisión. Por tanto, se puede esperar un Universo redimido, en su plenitud, incluidas las vidas vegetal y animal que conocemos. Habrá un planeta Tierra redimido, con sus especies, inclusive las eliminadas por la evolución de las especies. No está por demás esperar una humanidad que conviva con los dinosaurios, donde lobos y corderos jueguen juntos, donde los niños puedan acariciar a los tigres (cf. Is 11,6-8; 65,25).
Para san Pablo, las personas que corrompen la Tierra, la someten a las vanidades, y ella, la Creación, espera como quien está en dolores de parto, la manifestación de los hijos e hijas de Dios para participar de la redención que liberará todo y a toda persona. En otras palabras, el ser humano, y particularmente el seguidor/a de Jesús, necesita asumir su dignidad de hijo e hija de Dios actuando de forma liberadora en el cuidado de la Tierra. Se puede concluir, también, que la Tierra quedará libre de los gases que la llevan a vivir con fiebre cada vez más alta en el mismo movimiento en el que las personas se liberan de las dominaciones económicas, políticas y culturales.
Se trata, entonces, de ser protagonista de transformaciones políticas, económicas y culturales que hacen posible otra civilización, asentada sobre los fundamentos firmes de la solidaridad, de la cooperación, de la complementariedad y del amor. Todo es simbólico en esa reflexión, pero todo es real.
La vida deberá ser rescatada en su plenitud, eternizada en su plenitud. A fin de cuentas, no es de la lógica del Creador destruir lo que creó, sino elevar, transformar, plenificar. No hace sentido con la naturaleza del propio Creador que Él destruya la materia, el Universo, los vegetales y animales que Él creó y vio que todo era muy bueno. La revelación bíblica indica ese camino de transfiguración, de eternización de toda materia, animada e inanimada. Al final, hoy, con la teoría cuántica, ya se sabe que la base de toda la creación es exactamente la misma. Es preciso recibir con mucha humildad esas revelaciones de los signos de los tiempos y maravillarse con Dios en su grandeza amorosa, magnánima y no con los anteojos mezquinos de las disputas humanas y hasta inter-relgiosas.
PROPUESTA DE ACCIÓN PASTORAL
Se trata, por tanto, de escuchar los gritos de la Tierra. Incluso en la situación límite, como la actual, son signos del ‘dolor de parto’, como reflexiona el apóstol san Pablo. Ella está a la espera de la “gloriosa manifestación de los hijos e hijas de Dios” para ser liberada (Rm 8).
Su liberación tiene todo que ver con la historia autoliberadora de los propios seres humanos, asumida, amada e impulsada por Dios. Es de ella que son hechos, y ella es su lugar y su ambiente de vida (Gn 1 y 2). Ella fue entregada a los cuidados de los seres “hechos a imagen y semejanza de Dios”. Su destino está, por tanto, directamente ligado al modo de ser, de pensar, de sentir y de actuar de las personas humanas. Con absoluta certeza, Jesús, al ver a las muchedumbres, hoy tan dispersas o más que antes, sin pastor, está convocando a su Iglesia a asumir las mejores formas de evangelización a partir de las potencialidades presentes en la realidad brasileña y mundial. Una de esas potencialidades se hace presente en la posibilidad de las personas que exijan democráticamente los cambios necesarios para Liberar la Tierra, para Salvar la Vida.
Es por eso que, sin transformarse en partido o movimiento social, la acción pastoral de la Iglesia Cristiana, puede, a través de un amplio proceso de movilización, contribuir a que la ciudadanía haga valer su poder y responsabilidad histórica.
¿Y las Pastorales Sociales, siendo, como las Comunidades Eclesiales de Base –CEBs, el “rostro social de la Iglesia”, qué pueden y deben hacer?
Ya existe una propuesta metodológica de lo que sería una Semana Social Brasileña. De ser aceptada, habrá todo un proceso de acciones a ser implementadas como servicio a la vida y a la sociedad brasileña, realizando esa dimensión evangelizadora, constitutiva de las pastorales sociales; y que serían implementadas a través del diálogo con todas las personas con sentido de humanidad, en una perspectiva ecuménica e inter-religiosa.
De cualquier manera, les compete encontrar formas para definir y asumir como una prioridad transversal combatir los efectos del calentamiento del Planeta para Liberar a la Tierra y Salvar la Vida.
No hay forma de huir sin traicionar la misión de la pastoral social, misión que se expresa y realiza en la relación con la sociedad humana, y el compartir con los más empobrecidos, que serán también, una vez más, los más duramente afectados por los cambios climáticos que ellos poco o nada provocaran. Es misión que se realiza también en la relación con la totalidad de la Iglesia Católica, y demás Iglesias Cristianas, como fermento que las compromete en su dimensión social que es cualidad irrenunciable de su vida y de su misión.
En esta perspectiva, ofrecemos algunas pistas de acción
1. Llevar a las personas y comunidades de todo el País información sobre lo que está sucediendo con el Planeta Tierra, colaborando en la creación de una conciencia crítica y la necesidad de cambios de carácter personal, comunitario, eclesial, social, regional, nacional y mundial, caminando a la búsqueda de un paradigma civilizador que incluya la promoción del bienestar de todas las personas, pueblos, y el cuidado colectivo de la vida sobre la Tierra.
2. Crear espacios y oportunidades para escuchar el grito de la Tierra, percibiendo que está vinculado a un parto difícil de completar, llevando a las personas y comunidades a percibir que todos y todas precisan cambiar su modo de pensar, de sentir, de actuar, de vivir y de celebrar.
3. Crear oportunidades de información y reflexión sobre la matriz energética brasileña, contribuyendo a la formación de un amplio movimiento de presión ciudadana en favor de un abanico de fuentes alternativas de producción de energía: solar, eólica y la biomasa, dejando de invertir en hidroeléctricas –a menos que usen tecnologías que no necesiten inundaciones – máquinas de diesel y gasolina; en fin, recusar cualquier propuesta de expansión del programa nuclear.
4. Provocar un amplio movimiento ciudadano en favor de la sustitución de duchas eléctricas por calentadores solares de agua; e igualmente, a favor de la reutilización de toda el agua que sea posible filtrar, y el reciclado de todos los materiales descartados como basura que sea posible recuperar; y que el reciclaje abra oportunidades para que los captadores de materias reciclables asuman también la responsabilidad de la limpieza de las ciudades, siendo remunerados de forma digna.
5. Impulsar conciencia y animar movilizaciones ciudadanas en favor de la construcción de medios de transporte masivo de buena calidad en las ciudades, estimulando la disminución del uso del auto individual, disminuyendo y hasta sustituyendo completamente el uso de fuentes fósiles de energía (petróleo, gas).
6. Contribuir en la organización de una amplia campaña educativa y de movilización ciudadana en relación con el cuidado de las fuentes y el uso de agua y en relación con la preservación y reforestación de selvas.
7. Impulsar movimientos ciudadanos de presión que exijan que todas las construcciones de empresas, así como todos los edificios y habitacionales, tengan cisterna de captación de agua de lluvia y sistema de filtrado del agua utilizada.
8. Reforzar la lucha campesina e indígena en pro de una agricultura que produzca alimentos saludables, valorando las semillas típicas de cada zona (= bioma=micro-ecosistema) y trabajando en colaboración respetuosa con la Tierra.
9. Colaborar en la creación de espacios educativos en relación con la alimentación, alentando una reeducación alimentaria, tanto en relación con la cualidad como la cantidad de alimentos, creando conciencia de solidaridad cn relación al derecho de todas las personas a la alimentación y nutrición, así como de ese derecho de todos los demás seres vivos.
10. En el ámbito de las pastorales sociales, en primer lugar, pero también en las comunidades eclesiales, alimentar una mística de amor y pertenencia a la Tierra, reforzando una espiritualidad que mantenga viva la memoria de que la Palabra, Jesucristo, está presente en toda la amplia historia de la Tierra, en vista de la vida y de la humanidad, y de que partícipes de la liberación y redención son todas las personas y toda la Creación; de forma pedagógica y respetuosa, comunicar esta mística y espiritualidad con los movimientos sociales y demás entidades particulares.
La Conferencia General del Episcopado en Aparecida, después de denunciar las agresiones contra el medio ambiente de la región, sugiere un conjunto de orientaciones que vale la pena tener presentes en esta empresa de las pastorales sociales:
4 Dap 474-475
a) Evangelizar nuestros pueblos para descubrir el don de la creación, sabiéndola contemplar y cuidar como casa de todos los seres vivos y matriz de la vida del planeta, a fin de ejercitar responsablemente el señorío humano sobre la tierra y sus recursos, y que pueda rendir todos sus frutos con su destino universal, educando para un estilo de vida de sobriedad y austeridad solidarias.
b) Profundizar la presencia pastoral en las poblaciones más frágiles y amenazadas por el desarrollo predatorio, y apoyarlas en sus esfuerzos para lograr una equitativa distribución de la tierra, del agua y de los espacios urbanos.
c) Buscar un modelo de desarrollo alternativo, integral y solidario, basado en una ética que incluya la responsabilidad por una auténtica ecología natural y humana, que se fundamenta en el evangelio de la justicia, la solidaridad y el destino universal de los bienes, y que supere la lógica utilitarista e individualista que no sometalos criterios éticos a los poderes económicos y tecnológicos. Por tanto, animar a nuestros campesinos a que se organicen de modo que puedan reivindicar sus justos reclamos.
d) Empeñar nuestros esfuerzos en la promulgación de políticas públicas y participaciones ciudadanas que garanticen la protección, conservación y restauración de la naturaleza.
e) Determinar medidas de monitoreo y control social sobre la aplicación en nuestros países de las normas y patrones ambientales internacionales.
Además, y con relevancia, sugieren:
Crear conciencia en las Américas sobre la importancia de la Amazonia para toda la humanidad. Establecer, entra las iglesias locales de los diversos países sud-americanos, que están en el vaso amazónico, una pastoral de conjunto con prioridades diferenciadas para crear un modelo de desarrollo que privilegie a los pobres y sirva al bien común.
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