Entre Galilea -periferia carismática- y Jerusalén -centro oficial-, anda
la Iglesia. Hay épocas históricas en que ella vive el "sueño de
Galilea". Es el tiempo extraordinario, el tiempo del estado naciente (F.
Alberoni). Hay otras épocas, más prolongadas, en que la Iglesia se encierra en
las murallas de Jerusalén, vive segura en sus palacios, e incluso alberga la
tentación de establecerse como centro de poder en el templo y asumir el rostro
de su pasado judaico. Es ciertamente en Jerusalén donde el caos llega a su
culminación. Pero es fuera de sus murallas donde la nueva creación estalla.
Jerusalén es el estado normal, el tiempo del gobierno, de la consolidación
institucional. LEER MÁS.
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