La riqueza cultural de las comunidades indígenas, la maravilló.
La situación precaria y muchísimas veces excluyente a la que se enfrentaban cientos de indígenas,
la retó. Sí, en esta edición destacamos
la entrega generosa de nuestra hermana Ana Luisa Prieto, CCVI para con los más vulnerables en Chapantongo,
Hidalgo (México).
Un 15 de agosto de 1967, Anilú –como la llamamos con cariño-
consagró su vida al servicio de Dios como una Hermana de la Caridad del Verbo
Encarnado. Durante varios años trabajó como maestra en varias escuelas.
Pero el encuentro con las comunidades indígenas la llevarían a los caminos que
hoy ama tanto.
‘Los indígenas me han enseñado amar la tierra, a valorar más
y mejor lo comunitario, me mostraron a ese Dios presente desde una experiencia
integradora con todo y que incluso, pese al dolor saber mantener la gratitud
con un espiritu festivo que a todas/os contagia’; comparte Anilú.
Su comunidad, en Hidalgo, es una casa muy sencilla pero con
una riqueza ecológica que va desde: un
sistema de riego que rehusa el agua, una estufa solar, un hermoso biohuerto;
que sin duda tangibiliza que es posible una vida digna sin necesidad de dañar a
nuestro entorno.
Actualmente sor Anilu – como la llaman- colabora en la Pastoral de Indígena en la Diocesis de Tula, especialmente con la cultura Ñañu. Asimismo,
junto a sor Rosa Margarita apoyan en el
Albergue ‘Bojay’, un espacio de acogida para los y las migrantes provenientes
de Centro América. Este albergue es dirigido por la comunidad religiosa de los
Sagradores Corazones de Jesús y María.
‘Rosa Margarita y yo, vamos a lo que se necesita. Limpiar, servir la mesa, curar las heridas… Hay mucho de dolor y al
mismo tiempo hay tanta esperanza y alegría. Es realmente maravilloso ver como sus
rostros cambian tras el encuentro con otros/as. Hay muchísima gratuidad. Hay
esperanza de llegar a un lugar digno’, enfatiza Anilú.
Los Ñañu, los migrantes en Bojay y los internos del CERESO, a quienes acompaña con energía, ternura y
valentía; le ha dado experiencias tan llenas de riesgos pero por sobre todo,
como ella dice han sido y son ‘experiencias tangibles donde Dios se deja
tocar’.
Muchísimas gracias Anilú, por tu Sí de todos los días.
Gracias por seguir sembrando semillas de justicia, paz e integridad de la
creación.
Sor Ana Luisa Prieto, CCVI es integrante de la Comisión
Internacional de Justicia, Paz e Integridad de la Creación de nuestra
Congregación; además es atropóloga de profesión.
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