Monday, January 16, 2017

inmediatez y proceso

Podemos comprar directamente verduras en el supermercado, que tiene gran variedad de productos durante todo el año traídos desde puntos lejanos del planeta, o cultivarlas (al menos en parte) nosotros mismos en una parcela, incluidas las tareas de preparación del terreno, siembra, riego, tratamiento de plagas, limpieza de malas hierbas, cuidado de las plantas durante el crecimiento y finalmente, recolección.

Tenemos opción de usar el auto para todo, o decidir que vamos a desplazarnos en transporte público, en bicicleta o a pie. Hay veces que desearíamos tele-transportarnos de un sitio a otro, cual Mr. Spock, para llegar cuanto antes, pero yo recuerdo cuando era niño oír a mi padre decir que tardaba dos horas andando por el monte (sí, dos horas andando) hasta llegar al olivar o campo de cereal donde tenía que trabajar. Y otro tanto para volver a casa al final de la jornada de duro trabajo, eso sí, con el resultado de su esfuerzo cargado en una mula.

Nos encanta consultar cualquier cosa en Internet desde cualquier sitio y en cualquier momento con nuestro dispositivo móvil, y obtener el resultado de manera inmediata, frente al placer de leer un libro de forma reposada.

Pero no se trata de rechazar las bondades que nos ofrece el mundo actual. Supongo que todo ello es lo que en la tradición de la Iglesia se denomina como signos de los tiempos, y entiendo que lo que debemos y podemos hacer es adaptarnos a las nuevas posibilidades que nos ofrece la sociedad actual y utilizarlas con un criterio ético y en beneficio del bien común, de protección de los derechos sociales y conservación de la casa común. Pero… ¿qué nos perdemos con esa inmediatez?

Inicialmente, la valorábamos porque nos servía para hacer muchas cosas, pero llega un momento en que nos vamos acostumbrando a ella y la necesitamos porque sí, porque todo lo queremos para ya y con el mínimo esfuerzo. Así, nos perdemos el placer de hacer las cosas, de hacerlas bien, de aprender por nosotros mismos, de la satisfacción de conseguirlas con nuestro esfuerzo. Nos perdemos el placer del gerundio, del mientras tanto…

Pensemos en la posibilidad de recuperar los gerundios, de cambiar prisa por disfrute, de degustar los “mientras tanto”… Lo importante es que cada paso que demos lo hagamos convencidos de que nos ayuda en nuestro camino personal y aporta nuestro granito de arena en la construcción de un mundo mejor, de una casa hogar-común para todas y todos…, y también para nosotros(as) mismos(as).

Por Alberto Sánchez. 
Sobre el valor de las pequeñas cosas.

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