‘Trabajar
por la justicia es hacer que el Reino de Dios comience aquí y ahora. Porque le
devolvemos el espacio a los favoritos de Dios. Sí, a quienes más sufren, a los
desplazados’; afirma nuestra querida hermana peruana, Mirella Neira Sandoval. Y
es que tras el encuentro con las familias en los cerros de San Juan Lurigancho
y Comas (en Lima), Mirella trabaja por un mundo más digno para todas/os.
Tras casi diez años de su consagración como Hermana de la
Caridad del Verbo Encarnado, Mirella comparte sus dones en el puerto de
Chimbote, al norte del Perú; dirigiendo el Hospicio del Sistema de Salud ‘Verbo
Encarnado’. Un lugar para las personas que están en la fase más sagrada de su
vida, la transición de la muerte a la vida nueva.
‘En el Hospicio, nosotras tenemos una gran oportunidad de
promover una cultura de cuidado, espacios sagrados y de trato digno para todos,
entre todos’ enfatiza la hermana Mirella.
Y es que acompañar a las familias de las personas con enfermedades
terminales así como a los mismos
pacientes, exige cuidado, respeto y amor.
Si bien a nuestra hermana Mirella la encontramos
acompañando las acciones de la Comisión de Solidaridad y Obras caritativas de
la Diócecis de Chimbote, también la observamos caminando con la población del Puerto que exige el cese de la Contaminación en la Bahía de Chimbote.
Agradecemos a la hermana Mirella Neira por su impulso y
sobre todo porque a través de su liderazgo en el Hospicio, ha logrado contagiar
entre las/os colaboradores ese Espíritu que nos mueve a que cada acto esté
lleno de misericordia, justicia y dignidad.
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