
Nuestra fe nos requiere recibir al extranjero y ofrecer ayuda a los y las necesitados/as. Reconocemos que hay una crisis en nuestras fronteras, pero es una crisis humanitaria de aquellos que huyen de la violencia y la persecución, no una crisis que requiere intervención militar.
Denunciamos la retórica que busca deshumanizar a quienes cruzan la frontera y negarles su dignidad humana y sus derechos humanos.
Somos una Congregación presente en ambos países y el amor compasivo del Verbo Encarnado es nuestro fundamento, continuaremos recibiendo, apoyando y abogando por los derechos de toda persona que elija cruzar esa frontera.
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