Hace algunos años atrás realice una pequeña entrevista a nuestra querida hermana Juanita Albracht. A través de estas líneas queremos agradecer a Sister Juanita por su firme compromiso con la justicia social, la cultura de paz y su impulso para cuidar la creación de Dios.
El amor y la generosidad han sido parte de su vida desde que tiene memoria. Su padre Cyril Joseph Albracht, ayudaba a las personas que se lo pedían; así ella conoció el desprendimiento.
Sus ojos brillan y con gesto tierno, comenta que su madre, la Sra. Mary
Shaefer, fue una mujer de mucha fe y confianza en Dios. “Aprendí mucho de mis
padres. Ellos eran tan generosos. Todo es tan natural para mí, pues es
parte mi vida”.
Su niñez la pasó en el colegio católico San Antonio y ya desde entonces
pensaba que la Vida Consagrada podría ser su estilo de vivir. Sin embargo, nuestra hermana Juanita nos comenta que en su
adolescencia cambió de idea. Pero como Dios es Dios, ella aceptó ser religiosa.
Su juventud, alegría y múltiples dones (tales como tocar el piano, leer
música, dibujar y pintar creaciones propias, etc.) fueron entregados en plena
libertad al Señor en servicio de los que más lo necesitan. Le pregunté ¿por qué ser religiosa? A lo que ella me respondió: “me sentí
llamada, alguien necesitaba responder. Yo respondí a ser una Hermana de la
Caridad del Verbo Encarnado. Esa generosidad la heredé de mis padres que fueron
una gran referencia en mi vida”.
La madre Juanita, como la gente la llama, realizó estudios de Enfermería,
Psicología además de una maestría en Administración de hospitales. Estos
estudios le permitieron a esta, amable y sencilla mujer, religiosa a trabajar
en diversas instituciones, así como también ser elegida en nuestra Congregación
en varias responsabilidades de liderazgo.
Terminando varios periodos de liderazgo en el gobierno Congregacional,
Juanita solicitó venir como Hermana misionera a Perú, específicamente a
Chimbote. Es así que en 1997 llega a esa ciudad para dirigir la Posta Santa
Clara, ahora Clínica del Sistema de Salud del Verbo Encarnado.
¿Por qué Chimbote? “Cuando estuve de Consejera en el gobierno de la
Congregación, tuve la posibilidad de venir a Chimbote para visitar nuestras
comunidades religiosas. La gente me impactó. Su forma de relacionarse y su
simplicidad me hablaba de amor. Estas son dos cosas básicas para vivir. Yo lo
deseaba y es así que dos años después de mi visita, llegué a Perú”.
Juanita, mirándome fija y cariñosamente a los ojos, me comparte que una de
las experiencias más significativas en Chimbote, ha sido el encontrarse con la
cultura peruana, sus costumbres, el idioma. “Ha sido una experiencia
evangélica. Como Nicodemo recibió la invitación de renacer. Yo he tenido que
volver a nacer desde mi ser adulto pues aprendí a hablar, caminar… igual como
una niña”.
La optimista y radiante Juanita explica que estar en Chimbote le ha trajo
mucha alegría, pero le entristece que aún varias instituciones estatales importantes
del país, no brinden un buen servicio. “La gran mayoría de establecimientos
públicos se encuentran centralizados en Lima. La centralización es un error. Yo
estoy contenta con los procesos de descentralización. Espero y se logre”.
Así, con profunda e entusiasta mirada, la Hna. Juanita nos introduce a conocer
la labor del Hospicio del Verbo Encarnado. Un centro en Chimbote
que atiende a personas con diagnóstico terminal brindándoles alivio físico,
psicológico, espiritual. Además, como institución no sólo se apoya al
enfermo, casi siempre el más desprotegido, sino también a su familia. Es un
‘cuidado integral’ enfatiza.
Por ello, la madre Juanita es muy conocida por las calles de la av.
Aviación, Camino Real, A.H. Antenor Orrego; pues cada mañana caminaba
ligeramente por estos espacios para llegar a su querido Hospicio. Camino a su
centro de trabajo, Juanita nos comparte que rezaba su rosario, pidiendo a Dios
para que la pobreza en Chimbote culmine, para que cada una de las personas se
dé cuenta de sus dones y asuman su poder de cambiar las cosas.
"Mi sueño como religiosa es que más mujeres respondan sin miedo ni
postergaciones al llamado de Dios. Nuestra sociedad requiere religiosas que
animen y motiven a que todos y todas puedan vivir plenamente en libertad. Sueño
que existan más hospicios en Perú, ya que
vivir dignamente hasta los últimos momentos de la vida es un derecho de
todos/as", señala nuestra hermana
Juanita. Poniéndose en pie y con un
fuerte abrazo, la madre, se despide diciéndome que el mayor aprendizaje que ha
recibido ha sido la experiencia de vivir cada día.
En febrero del 2015, Juanita regresó a su tierra materna y su tierra
peruana la sigue extrañando. Sin embargo, ella –con la sencillez que la
caracteriza- siempre está. Se hace presente. Sigue colaborando y construyendo un Perú más digno para todas y todos desde donde se encuentra. Gracias hermana, pues tu vida de entrega, compromiso
y generosidad nos brinda un signo visible de la presencia de Dios en nuestra
vidas. Te das y con ello nos enseñas a darnos. Tu profetismo y pasión por el
Reino de Dios fecunda la tierra.
Actualmente, la hermana Juanita continua su compromiso con los más vulnerables como Coordinadora de Justicia, Paz e Integridad de la Creación de las Hermanas en la Villa del Verbo Encarnado en San Antonio, Tx.
Actualmente, la hermana Juanita continua su compromiso con los más vulnerables como Coordinadora de Justicia, Paz e Integridad de la Creación de las Hermanas en la Villa del Verbo Encarnado en San Antonio, Tx.
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