Una Oración.
Frente a los sucesos de violencia, ahora
también violencia, nuestra profunda solidaridad con todas las familias de las
víctimas. Elevamos una oración.
Por
los fallecidos, en primer lugar.
Por
sus historias truncadas, por ser víctimas de una violencia terrorista
absurda.
Por
todo el dolor que esas muertes repentinas dejan atrás.
Por
las otras víctimas, heridos de distinta consideración,
que
habrán de lidiar con las secuelas del horror experimentado en esos minutos de
pánico y muerte.
Por
los familiares y amigos que se ven obligados a afrontar las consecuencias de
este terrorismo salvaje.
Por los fanáticos que creen que la
violencia consigue algo, para que abran los ojos, el corazón y la entraña a una
lógica que no se basa en el odio o la destrucción.
Por quienes tienen que intentar que esto
no ocurra: autoridades, fuerzas de seguridad, y tantos otros. Que sigan
haciendo su trabajo con convicción, con paciencia, con generosidad y con perseverancia,
aunque a veces el agresor consiga golpear.
Por las gentes de paz que, ante esto,
serán señaladas injustamente, por entrar en una etiqueta, una categoría, o una
adscripción religiosa.
Por la paz.
Que se convierta en clamor, en camino y
en resultado.
(Escrito por: José María
Rodriguez Olaizola SJ)
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