¿En una
realidad marcada por la violencia es necesario hablar de paz? Y, más, de ¿una
cultura de paz? Consideramos que sí. Y urge. Porque somos sembradores y
sembradoras de paz; porque desde nuestra fe estamos llamados a contribuir en la
superación de las injusticias de nuestro entorno que generan la violencia. Urge
que, desde los distintos espacios en los que nos desenvolvemos, trabajemos por
la paz. Uno de los espacios que merece especial atención es el de la educación,
particularmente con aquellas personas que, desde su quehacer profesional,
tendrán la responsabilidad de formar a los futuros dirigentes de nuestra
sociedad.

La
construcción de una cultura de paz es un proceso lento que supone un cambio de
mentalidad individual y colectivo. En esta perspectiva los futuros docentes
tienen un rol muy importante que desarrollar.
En un
ambiente dinámico y participativo los talleres concluyen con compromisos tanto
a nivel personal y familiar, en la comunidad educativa como en la sociedad. Resaltamos
–dentro de los compromisos- la importancia del diálogo asertivo, práctica de
valores, distribución equitativa de las responsabilidades (relacionadas con los
roles de género); saber escuchar, concientizar sobre el buen trato y practicar
la justicia. Además de participar en actividades para el bien común, no
contaminar y participar en actividades de protesta.
La
ejecución de estos talleres para los futuros docentes contribuyen en la
construcción de nuevas formas de pensar que superen la violencia y aporten a la
paz como fruto de la justicia.
Escribe: Victor Mendoza
Fotografía: Comisión de Justicia Social - Chimbote
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