«De acuerdo con su promesa,
esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva
en que habitará la
justicia.» (2Pe 3, 13)
Un nuevo
comienzo es lo que se espera, con mayor alegría, durante esta tercera semana de
Adviento. La Cumbre del Clima de las Naciones Unidas en París, también conocida
como la Conferencia de las Partes o COP21, ha culminado con un acuerdo global y vinculante que espera frenar el
calentamiento global y sus efectos potencialmente mortales con el fin de
proteger a todo lo que Dios ha creado.
A medida que nuestros
líderes mundiales realicen los compromisos adquiridos por un futuro mejor para
nuestra casa común, la tierra, se nos anima a evaluar, actuar y recordar permanentemente
que el cuidado de la creación es un componente central de la fe católica como se
señala en la Encíclica del Papa Francisco, Laudato Si.
El Papa Francisco,
en la encíclica Laudato Si, describe que el
clima es un bien común, de todos y para todos. Sin embargo nos encontramos ante
un preocupante calentamiento del sistema climático. Mucho de esto es causado
por la gran concentración de gases de efecto invernadero liberados
principalmente como resultado de la actividad humana. El problema se ve
agravado por un modelo de desarrollo basado en el uso intensivo de combustibles
fósiles, lo que está en el corazón del sistema de energía en todo el mundo[i].
Los Estados
Unidos y México estan entre los quince primeros países líderes en las emisiones
de carbono en el mundo. Los Estados
Unidos libera alrededor de 5,5 mil millones de toneladas métricas de gases de
efecto invernadero al año y México libera alrededor de 500 millones de
toneladas métricas[ii]. Sin embargo, los EE.UU. se encuentra entre
los países con menos probabilidades de sentir los efectos devastadores del
cambio climático debido a su riqueza, los recursos, y ubicación geográfica.
Mientras que países como Zambia y Perú que emiten algunos de los montos más
bajos de emisiones de carbono en sus continentes[iii] están entre los más propensos a experimentar
en un mayor nivel los impactos devastadores del cambio climático.
El negocio de
los combustibles fósiles, el gobierno federal de los Estados Unidos apoya la
industria de los combustibles fósiles por la entrega de más de 24 mil millones
de dólares al año en subsidios a las empresas que ya están haciendo miles de
millones de dólares de ganancias destruyendo la tierra y violando los derechos
de las comunidades locales e indígenas en muchas áreas donde la extracción se
produce. México es aún peor en sus subsidios a las compañías de combustibles,
dando 28 mil millones de dólares al año[iv].
Si bien estas temáticas fueron abordadas en la Cop 21, hay resistencia. Hay una negación a seguir lo
que se discute en el mundo. Se necesita ser más consciente, ‘más responsable
con el cambio climático porque las discusiones globales sobre el precio del
carbono, sobre eliminación de subsidios a los combustibles fósiles, discusiones
sobre energías más limpias, descarbonización y resiliencia, son una realidad
que no tienen marcha atrás’[v].
Pero no son sólo los
combustibles fósiles los responsables de las emisiones de carbono. El mercado
de la carne y la granja industrial causan más gases de efecto invernadero como
el dióxido de carbono (CO2), el metano, el óxido nitroso, y similares. Un
estudio[vi]
estima que el 70% de toda la tierra agrícola está ocupada por la ganadería, que
representa el 30% de la superficie terrestre del planeta. Una forma de ayudar a
bajar los efectos del calentamiento global es reducir drásticamente en la
cantidad de carne que consumimos.
‘La tierra se seca y se marchita, el mundo languidece
y se marchita; los cielos languidecen junto con la tierra. La tierra yace
contaminó bajo sus moradores; porque han transgredido las leyes, falsearon el
derecho, quebrantaron el pacto’ (Isaías 24, 4-5) Con el aumento de las
temperaturas globales, el acceso al agua potable es cada vez más preocupante.
Al igual que en las emisiones de carbono, los países que son más responsables
del cambio climático, tienen más del 90%
de su población con acceso a agua potable. Sin embargo, en países como México y
Perú ese número se reduce a entre 75 a 90% (pero no incluye la calidad de agua) y en
países como Zambia, que es menos del 50% de la población que tiene acceso a
agua potable donde las mujeres tienen que caminar 3-4 millas sólo para encontrar
un fuente de agua limpia. Se calcula sobre la base de las tendencias actuales
que en 2025 casi dos terceras partes de todas las personas en el planeta se
enfrentarán a la escasez de agua[vii];
si bien los Acuerdos en Paris ya sean firmado por lo que ahora son
jurídicamente vinculantes aunque entrará en vigencia en 2020, corresponde
preguntarnos ¿qué hacemos o cómo usamos de este recurso?
Miles de
especies ya no darán gloria a Dios por su propia existencia, ni transmitir su
mensaje. Nosotros no tenemos ese derecho[viii], tenemos la responsabilidad de cuidar de toda
la creación de Dios porque esta tierra es nuestra hermana, no podemos pensar en
las diferentes especies sólo como potenciales recursos para ser explotados. Tenemos
que lograr un cambio profundo, tenemos que darnos cuenta que ciertos modos de
pensar, consumir y actuar realmente influyen.
«Simeón
les bendijo y dijo a María, la madre: - Mira, éste está colocado de modo que
todos en Israel o caigan o se levanten; será una bandera discutida y así
quedarán patentes los pensamientos de todos.» (Lc 2,34-35) En el tiempo
de Adviento María es siempre una presencia llena de significado. La mujer que
acoge la palabra, la muchacha que arriesga, la amiga que ayuda, la creyente que
medita y actúa. Nosotras(os) también necesitamos acoger, arriesgar, servir y
dejar que las buenas noticias sean semillas que arraiguen en la tierra que
somos. Porque también ¡hay buenas
noticias!
El 29 de noviembre,
millones de personas en todo el mundo marchamos por el Clima para señalar
nuestra esperanza de un nuevo comienzo: ‘tierra te amamos, por eso marchamos’.
Pongamosno en marcha también nosotras(os).
Se ha firmado un Acuerdo
vinculante y global, en la Congregación se viene difundiendo el compromiso de
realizar eventos sostenibles, hay oportunidades de diálogo para fortalecer
nuestra prácticas ecológicas a nivel de
nuestros colegios CCVI, nuestra
Asociación de Laicos(as) esta comprometiendose
a ser más consciente en el consumo, nuestros colaboradores de
Ministerios vienen incluyendo politicas de sostenibilidad y sustentabilidad.
Sabemos que ahora se viene lo desafiante: actuar. Por
ello, mientras nos preparamos para dar la bienvenida al Verbo Encarnado, esta
Navidad, recordemos el tipo de mundo en
que va a nacer ¿Qué necesito cambiar para hacer de este mundo un lugar más para
Dios? Porque sigue existiendo temas pendientes en nuestros barrios,
ciudades y paises; temas –quizá- muy difíciles por resolver, pero recordemos que hay otros por implementar
e impulsar. No hay marcha atrás. Esperan el alivio de nuestras manos.
Es tiempo para disponer nuestras manos. Es tiempo de tomar el camino de la justicia, la
solidaridad y la sobriedad[ix]. Tiempo para dejar
que resuene la promesa de vida, de un Dios que atraviesa el tiempo porque ama. Amor
que no deja de creer en nosotras(os). Pidamos al Verbo Encarnado tener la valentía
y audacia para buscar formas de hacerlo real en este mundo, hoy, aquí y ahora.
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