Tuesday, December 15, 2015

Nuestra Casa Común: Reflexión Teológica-Social

«De acuerdo con su promesa, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva
en que habitará la justicia.» (2Pe 3, 13)

Un nuevo comienzo es lo que se espera, con mayor alegría, durante esta tercera semana de Adviento. La Cumbre del Clima de las Naciones Unidas en París, también conocida como la Conferencia de las Partes o COP21, ha culminado con un acuerdo global  y vinculante que espera frenar el calentamiento global y sus efectos potencialmente mortales con el fin de proteger a todo lo que Dios ha creado.
A medida que nuestros líderes mundiales realicen los compromisos adquiridos por un futuro mejor para nuestra casa común, la tierra, se nos anima a evaluar, actuar y recordar permanentemente que el cuidado de la creación es un componente central de la fe católica como se señala en la Encíclica del Papa Francisco, Laudato Si.
El Papa Francisco, en la encíclica Laudato Si, describe que el clima es un bien común, de todos y para todos. Sin embargo nos encontramos ante un preocupante calentamiento del sistema climático. Mucho de esto es causado por la gran concentración de gases de efecto invernadero liberados principalmente como resultado de la actividad humana. El problema se ve agravado por un modelo de desarrollo basado en el uso intensivo de combustibles fósiles, lo que está en el corazón del sistema de energía en todo el mundo[i].
Los Estados Unidos y México estan entre los quince primeros países líderes en las emisiones de carbono en el mundo.  Los Estados Unidos libera alrededor de 5,5 mil millones de toneladas métricas de gases de efecto invernadero al año y México libera alrededor de 500 millones de toneladas métricas[ii].  Sin embargo, los EE.UU. se encuentra entre los países con menos probabilidades de sentir los efectos devastadores del cambio climático debido a su riqueza, los recursos, y ubicación geográfica. Mientras que países como Zambia y Perú que emiten algunos de los montos más bajos de emisiones de carbono en sus continentes[iii]  están entre los más propensos a experimentar en un mayor nivel los impactos devastadores del cambio climático.
El negocio de los combustibles fósiles, el gobierno federal de los Estados Unidos apoya la industria de los combustibles fósiles por la entrega de más de 24 mil millones de dólares al año en subsidios a las empresas que ya están haciendo miles de millones de dólares de ganancias destruyendo la tierra y violando los derechos de las comunidades locales e indígenas en muchas áreas donde la extracción se produce. México es aún peor en sus subsidios a las compañías de combustibles, dando 28 mil millones de dólares al año[iv].
Si bien estas temáticas fueron abordadas en la Cop 21,  hay resistencia. Hay una negación a seguir lo que se discute en el mundo. Se necesita ser más consciente, ‘más responsable con el cambio climático porque las discusiones globales sobre el precio del carbono, sobre eliminación de subsidios a los combustibles fósiles, discusiones sobre energías más limpias, descarbonización y resiliencia, son una realidad que no tienen marcha atrás’[v].
Pero no son sólo los combustibles fósiles los responsables de las emisiones de carbono. El mercado de la carne y la granja industrial causan más gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono (CO2), el metano, el óxido nitroso, y similares. Un estudio[vi] estima que el 70% de toda la tierra agrícola está ocupada por la ganadería, que representa el 30% de la superficie terrestre del planeta. Una forma de ayudar a bajar los efectos del calentamiento global es reducir drásticamente en la cantidad de carne que consumimos.

‘La tierra se seca y se marchita, el mundo languidece y se marchita; los cielos languidecen junto con la tierra. La tierra yace contaminó bajo sus moradores; porque han transgredido las leyes, falsearon el derecho, quebrantaron el pacto’ (Isaías 24, 4-5) Con el aumento de las temperaturas globales, el acceso al agua potable es cada vez más preocupante. Al igual que en las emisiones de carbono, los países que son más responsables del cambio climático,  tienen más del 90% de su población con acceso a agua potable. Sin embargo, en países como México y Perú ese número se reduce a entre 75 a 90%  (pero no incluye la calidad de agua) y en países como Zambia, que es menos del 50% de la población que tiene acceso a agua potable donde las mujeres tienen que caminar 3-4 millas sólo para encontrar un fuente de agua limpia. Se calcula sobre la base de las tendencias actuales que en 2025 casi dos terceras partes de todas las personas en el planeta se enfrentarán a la escasez de agua[vii]; si bien los Acuerdos en Paris ya sean firmado por lo que ahora son jurídicamente vinculantes aunque entrará en vigencia en 2020, corresponde preguntarnos ¿qué hacemos o cómo usamos de este recurso?
Miles de especies ya no darán gloria a Dios por su propia existencia, ni transmitir su mensaje. Nosotros no tenemos ese derecho[viii],  tenemos la responsabilidad de cuidar de toda la creación de Dios porque esta tierra es nuestra hermana, no podemos pensar en las diferentes especies sólo como potenciales recursos para ser explotados. Tenemos que lograr un cambio profundo, tenemos que darnos cuenta que ciertos modos de pensar, consumir y actuar realmente influyen.

«Simeón les bendijo y dijo a María, la madre: - Mira, éste está colocado de modo que todos en Israel o caigan o se levanten; será una bandera discutida y así quedarán patentes los pensamientos de todos.» (Lc 2,34-35) En el tiempo de Adviento María es siempre una presencia llena de significado. La mujer que acoge la palabra, la muchacha que arriesga, la amiga que ayuda, la creyente que medita y actúa. Nosotras(os) también necesitamos acoger, arriesgar, servir y dejar que las buenas noticias sean semillas que arraiguen en la tierra que somos.  Porque también ¡hay buenas noticias!
El 29 de noviembre, millones de personas en todo el mundo marchamos por el Clima para señalar nuestra esperanza de un nuevo comienzo: ‘tierra te amamos, por eso marchamos’. Pongamosno en marcha también nosotras(os).
Se ha firmado un Acuerdo vinculante y global, en la Congregación se viene difundiendo el compromiso de realizar eventos sostenibles, hay oportunidades de diálogo para fortalecer nuestra prácticas ecológicas  a nivel de nuestros colegios CCVI,  nuestra Asociación de Laicos(as) esta comprometiendose  a ser más consciente en el consumo, nuestros colaboradores de Ministerios vienen incluyendo politicas de sostenibilidad y sustentabilidad.
Sabemos que ahora se viene lo desafiante: actuar. Por ello, mientras nos preparamos para dar la bienvenida al Verbo Encarnado, esta Navidad, recordemos el  tipo de mundo en que va a nacer ¿Qué necesito cambiar para hacer de este mundo un lugar más para Dios?  Porque sigue existiendo temas pendientes en nuestros barrios, ciudades y paises; temas –quizá- muy difíciles por resolver,  pero recordemos que hay otros por implementar e impulsar. No hay marcha atrás. Esperan el alivio de nuestras manos.
Es tiempo para disponer nuestras manos. Es tiempo de tomar el camino de la justicia, la solidaridad y la sobriedad[ix]. Tiempo para dejar que resuene la promesa de vida, de un Dios que atraviesa el tiempo porque ama. Amor que no deja de creer en nosotras(os). Pidamos al Verbo Encarnado tener la valentía y audacia para buscar formas de hacerlo real en este mundo, hoy, aquí y ahora.







[i] Encíclica Laudato Si, Papa Francisco - #23
[ii]  World Carbon Dioxide, Emissions Country Data  -www.theguardian.com
[iii] Pro Expansión, Emisiones de Dióxido de Carbono – wwwproexpansion.com
[iv] Fossil Fuel Subsidies - www.thinkprogress.org  
[v] Manuel Pulgar Vidal – Presidente de la COP 20 – www.lamula.pe
[vi] Food and Climate Change - www.davidsuzuki.org
[vii] Global Water Issues  - International School Stuttgar
[viii] Encíclica Laudato Si, Papa Francisco - #33
[ix] Papa Francisco – Radio Vaticana, 13 Dic 2015

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